A ver si así nos devuelven los bienes de la Franja y tenemos
financiación como la de Navarra, que ya les vale.
Tambien declaramos en las Cortes Nacionales de Aragón, que
Aragón es una nación histórica, no una región o paisanaje; se refiere
concretamente al concepto moderno de nación incorporado por la ilustración
liberal contemporánea.
Hay quien dice que existe la ciencia histórica, que esta se
puede enjuiciar de manera rigurosa, analizarla de manera positiva, como en un
laboratorio se analiza la sangre que nos sustraen para ver si tenemos colesterol,
anemia o si hemos bebido demasiados carajillos. Yo cada vez dudo más de ello y
eso que soy un fundamentalista defensor del materialismo histórico; es decir, de
que la Historia se puede conocer de manera rigurosa y científica.
Después de la Guerra de la Independencia contra los
franceses, la burguesía ilustrada española, aprovechó el patriotismo del pueblo
español y el contexto histórico europeo desfavorable ya a los antiguos regímenes
señoriales y aristocráticos absolutistas; así que reunieron Cortes en Cádiz y
proclamaron la Soberanía Nacional Española. No lo hicieron ya sobre la
soberanía del Rey y los estamentos de la Iglesia, los nobles y los hidalgos de
casta, sino sobre todos los ciudadanos que pagaban” contribución”. Los
jornaleros, alparceros y las mujeres, que eran la mayoría de la población, no
tenían voz ni voto; el sufragio universal vendría más tarde. El femenino más
tarde todavía. Pero algo era algo.
De esta manera se creó la Nación Española por primera vez en
la Historia. Es cierto que muchos liberales románticos llevaron la fecha de
fundación de la nación española hasta los tiempos de don Pelayo y Covadonga, o
más, hasta Viriato. Luego llegó la extrema derecha de la FET y de las JONS que
proclamaron que “España era una unidad de destino en lo universal”, o sea; que
la Nación Española fue establecida por Dios cuando creó el mundo, como la
nación judía y que, lo que Dios creó, no lo puede separar el hombre.
La mayoría de las elites vasca y catalana no terminaron de
comulgar con esta versión de la historia y se crearon otra a su imagen y
semejanza. Así, apoyándose unos en la supuesta raza vasca, descendientes puros
de la población anterior a la Torre de Babel, y otros convencidos de que
perdieron la nación invadidos por los Castellanos (que como todos sabemos era
una potencia colonial extranjera), fueron tejiendo un sentimiento identitario
tan eficaz como el español, solo que, si esto ocurriera, las Españas restantes
se quedarían recortadas sin vascos ni catalanes que son los territorios más
ricos después de la comunidad de Madrid. Un recorte más, mismamente como las
elites de este Estado, sean españolistas, catalanistas o euscaldunas nos
recortan a la población trabajadora las pensiones, los salarios y el sistema de
salud pública.
¿Que hacemos el resto
de las Españas? Pues en Galicia, Valencia, Navarra, Baleares y Canarias ya hay,
aunque minoritario, un sentimiento identitario que reivindica su nación,
agregada a otra periférica o propia. ¿Y en Aragón en concreto?, pues la
izquierda está apuntada hace tiempo, al aragonesismo, es decir, a un
sentimiento de identidad regional que siempre ha sido fuerte y bastante
progresista (aunque hay una versión conservadora baturra y de derechas), pero
ya reivindicamos todos que somos “nacionalidad histórica”, ¿Desde cuándo?
¿Cuándo el pueblo soberano, aunque sea en su versión burguesa, proclamó en
Aragón la Nación Aragonesa? Pues en su Estatuto de autonomía, por si no lo
sabían; allí se reconoce como “Nacionalidad Histórica”, es decir, como nación,
aunque reconoce también una constitución superior (la española), que acepta y declara
a España como nación, también, e indisoluble. Una paradoja. Un galimatías.
Es cierto que hubo un “Dominio” llamado Reino de Aragón (se
podía haber llamado igual Señorío, Condado, etc., que para el caso era lo
mismo), aristocrático, feudal, de castas terratenientes, que mantenía a sus súbditos
en régimen de servidumbre y miseria (siervos de la gleba o jornaleros sin
trabajo las más de las veces), salvo una minoría de labradores, comerciantes y
artesanos, con escasa influencia, llamados “pecheros” (porque al contrario que
los hidalgos o infanzones pagaban contribución), ¿pero nación…?
No hay que confundir tampoco nacionalismo aragonés con los
cantones proclamados en el siglo XIX como el de la provincia de Teruel, por
ejemplo, y que apenas duraron unos días, pues no se trataba de movimientos
secesionistas, sino de conatos revolucionarios de republicanos federales exaltados,
como se decía entonces, o radicalizados. Tampoco hay que considerar como una
institución nacionalista aragonesa (como se hace ahora), al Consejo Regional de
Defensa de Aragón, que se creó a iniciativa de los anarquistas aragoneses (y
que ahora le quitan lo de “Regional” porque está mal visto -hasta el PAR se lo
ha quitado-), o al proclamado con legitimidad democrática “Estatuto de Caspe”,
que no llegó a funcionar por que le llegó antes la guerra, pero, en todo caso, fue una constitución autonómica y
regional como el Estado Catalán de la II República.
Personalmente soy partidario de conservar los nombres de
instituciones señeras pre-democráticas de la Edad Media como La Diputación
General, que en Valencia y Cataluña llaman Generalitat; Las Cortes, como se le
llama al parlamento; El Justicia, aunque tenga poco que ver con el Justiciazgo foral,
pero, restablecer los fueros…
Mezclado los fueros de los carlistas reaccionarios con el
moderno concepto de “Nación histórica”, el popurrí no hay quien lo entienda;
bueno, solo no lo entiendo yo, porque todos los aragoneses y aragonesas parece
que están convencidos ya (porque no hay que ser menos que los catalanes), que Aragón
es nación desde antes de Ramiro el Monje y la “Campana de Huesca” (12 siglos de
historia dicen que tiene la Nación Aragonesa), menos el PP, y Ciudadanos que no
se enteran de por dónde vienen los nuevos tiempos patrióticos en cuestión de
sentimientos nacionalistas y votan en contra de quitar el humillante Decreto de
Nueva Planta de los borbones porque están todavía en el unionismo
tardo-franquista o en el radical-progresismo demagógico lerrouxiano. Sin embargo tengo que reconocer que nunca
escuche hablar a nuestros mayores, a ningún abuelo, de la nación aragonesa, y he conocido a muchos de Izquierda Republicana, socialistas o de la CNT.
¡Qué se pueda hacer ahora!, por supuesto, en teoría y según
la Declaración de los Derechos Humanos que firmamos España, somos la ciudadanía
libre la que hacemos las leyes y si a Andorra, a Mónaco o a cualquier villorrio de paraíso
fiscal le hacen nación, y en la antigua Yugoslavia las potencias occidentales
(que son las que cortan el bacalao), han permitido y apoyado que los eslavos
del sur de Europa, que hablan una misma lengua, se hayan matado salvajemente entre ellos, construido
varias naciones y diversificado su idioma en razón de sus fobias religiosas y
tardo-feudales, cualquier sentimiento identitario territorial, aunque sea
aldeano, comunidad religiosa o patrimonial, puede convertirse en nación, sin
embargo no es necesario reestablecer los fueros y leyes viejas ni hacer
películas inventándonos historias que no existieron.
Pero lo que digo: según la historia objetiva (que es una
cuestión muy subjetiva), las únicas nacionalidades históricas (y por lo tanto
naciones), que ha habido en la Península Ibérica han sido la portuguesa y la española.
Y desde el siglo XVIII o principios del
XIX. Antes no.
Enlace: Izquierda y nacionalismo...
Enlace: Izquierda y nacionalismo...
Por cierto, yo hago lo mismo.
Manuel Martín Mombiela
Manuel Martín Mombiela
¡Muy buen artículo!.De cualquier modo,estos temas identitarios, importantes sin duda para muchos de nosotros, están consumiendo tanta energía que ni la sociedad civil ni por supuesto nuestros representantes políticos están debatiendo un tema de suma importancia. Que modelo de pais queremos desarrollar en el siglo XXI para evitar que nos convirtamos en una Disneilandia llena de camarer@s y animador@s culturales.
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