Ha
surgido un nuevo término posmoderno para designar a una nueva tribu urbana: los
"pollaviejas" (en Aragón deberíamos decir “pichaviejas” por aquello
de la cuestión identitaria). Yo ya me venía percatado, pues desde hace unos
años que venía barruntado algo así. Yo mismo soy un poco “pollavieja” aunque no
reúno todas las características que se consideran necesarias para ser un
auténtico “pollavieja”; sin embargo, ya voy hablando solo por la calle, por
ejemplo, y me quejo de los jóvenes de ahora porque “son unos mal educados,
consentidos y no tienen espíritu de sacrificio ni ganas de trabajar”; todo un
síntoma de pertenecer a esta tribu.
Los
“pollaviejas” infravaloramos a la juventud actual (como la generación de
nuestros padres infravaloraba a la nuestra), y creemos que levantamos la
economía de este país porque éramos la hostia de trabajadores y creativos,
cuando en realidad lo que nos ocurrió es que nos encontramos con un contexto
favorable de expansión económica como nunca se dio en toda la historia de España.
Muchos “pollaviejas” son funcionarios o han tenido un trabajo bien renumerado y
fijo en una empresa media o grande estable, tanto si eran profesionales o
trabajadores no cualificados; Otros fueron autónomos o pequeños patronos en una
época donde hasta se podía despreciar al cliente y sus pedidos y demandas.
Había trabajo y se ganaba dinero. Se pensaba que eso estaba consolidado y
formaba parte de un sistema económico que no iba a variar salvo con pequeñas
fluctuaciones.
Los
“pollasviejas” tenemos buenas pensiones porque cuando vino la crisis nuestras
empresas llegaron a buenos acuerdos entre los llamados “agentes sociales “de
las Administraciones Públicas, sindicatos y empresarios (Telefónica, Banca,
Endesa,
Administración y grandes empresas de la industria del automóvil,
siderometalúrgica, servicios, etc.…) acuerdos que propinaron buenas pensiónes o
están próximo a tenerlas.
Un pollavieja puro |
De todo
esto se han quedado marginados la mayoría de los autónomos y patronos de
microempresas, que han tenido que cerrar de malas maneras o que no estaban
organizados ni sindicados; no predecían una situación de crisis como la que
venido y no tomaron las debidas precauciones de ahorro o cotización para
pensión, también casi todos los trabajadores por cuenta ajena de las pequeñas
empresas que se han tenido que prejubilar perdiendo mucha pensión al no haber
cotizado los últimos años y jubilarse anticipadamente sin apenas, o nada, de
indemnización, a pesar de haber trabajado largos años como los demás. A estos
últimos no se les llama” pollaviejas”; tienen otro nombre que no me acuerdo yo
ahora. Forman otra tribu urbana que es ya más grande que la anterior, pero da
menos guerra y no se deja notar, aunque pueda parecer paradójico.
Algunos
“pollaviejas” somos keynesianos, o sea, socialdemócratas o eurocomunistas; que
de anarquistas y revolucionarios del 68, nos hemos pasado a reverenciar al
Estado opresor; pero muchos son liberales; incluso ultra-liberales en economía
y anti-Estado, aunque si rascas un poco te das cuenta que trabajan o han trabajado
en la función pública, en empresas privadas pero subsidiarias del Estado, con
subvenciones directas o indirectas, como casi todas las de los medios de
comunicación, o bien son oligopolios, empresas mixtas o franquicias del Estado,
concertadas, apañadas con las Administraciones Públicas, etc., que como todo el
mundo sabe operan en el mercado libre.
Algunos nunca han estado en el mercado laboral |
Los
“pollaviejas” se incorporaron al mercado laboral en una etapa de bonanza
económica. Encontraron trabajo fácilmente porque España pasaba de ser un país
semi-feudal a uno industrializado. Ellos la levantaron y cobran pensión. Los
jóvenes de hoy en día no pueden levantar España porque los propios
“pollaviejas” la hemos desmontado, desvalijado y deslocalizado a China, a
Suiza, Panamá, a Marruecos, Arabia y países del Golfo y otros para adquirir
productos muy baratos, aunque sin garantía de sanidad ni de calidad.
“Barato-barato”, pero no hay trabajo ni podemos competir con quien trabaja por
menos sueldo que nosotros. Siempre con menos sueldo y menos gasto añadido. La
mitad tienen claro que son de izquierdas o de derechas, pero la otra mitad
dicen que no son de izquierdas ni de derechas, son apolíticos, o sea, de
derechas; pero no lo dicen porque en nuestra generación ser de derechas estaba
mal visto y era vergonzante.
No
entienden a los jóvenes, a los que llaman “generación X”, “Perdida”,
“milénicos”, “generación Y” (los más jóvenes) o algo así. La mayoría de los
jóvenes actuales dicen no ser de derechas ni de izquierda, pero son de
izquierdas; no lo dicen porque entre los jóvenes de hoy en día ser de
izquierdas está cada vez más mal visto; es vergonzante, o vergonzoso, como en la generación de sus padres el ser de derechas.
Los
pollaviejas, sean de centro, de derecha, de izquierda o apolíticos (parece que los jóvenes no identifican estas etiquetas), no los
entendemos. Es normal; es otro mundo, otra cultura generacional y otros
intereses. Dicen que son nuestros retoños, pero en realidad son los
extraterrestres que ya están aquí.
Excelente análisis.
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