viernes, 2 de junio de 2017

ArtiCulo. La Crisis de identidad patriótica en España.

          Hace poco recibí un wasap con la bandera “rojaigualda” en donde un amigo mucho españolista me decía que quien no estuviera de acuerdo con ella que se le echara a vivir fuera de España, por maricón o algo así. Conociendo su ideología ultramontana y reaccionaria, si este amigo hubiera vivido en el contexto social del siglo XIX, habría sido absolutista o carlista, y habría odiado a esta bandera, símbolo de los liberales y las libertades burguesas, tanto de los moderados como de los progresistas, o de los jacobinos e intransigentes que, en este país, y por llevarle la contraria a los franceses, eran federales o, peor aún, cantonalistas intransigentes.

          Fue esta la bandera de la Iª República que se creó contra la dinastía corrupta de los borbones, a la que paradójicamente también odiaban los carlistas trabucaires. Bien es verdad que ya aparecieron por aquel tiempo los pendones morados que adoptó la Milicia Nacional, que luego se incorporaron a la bandera republicana, porque los revolucionarios de entonces consideraban que la bandera nacional (eran muy nacionalistas españoles), solo llevaba simbología de la Corona Aragonesa. El morado era para reivindicar la marginación de Castilla, que sigue siendo la ignorada, como toda la España interior salvo Madrid la capitana.
Bandera carlista de Cabrera. Cada vez me gusta más
         Curioso; con el tiempo, los antinacionales reaccionarios, se volvieron nacionales; cambiaron lo de Dios, leyes viejas y rey monje, por lo de Dios, patria y rey isabelino y decadente como mal menor, o séase franquistas. La nueva izquierda de antes de la guerra, desorientada como la de ahora y la de siempre, en vez de reivindicar su bandera (que se apropiaron los reaccionarios), creó otra a la que le quitó una banda roja por el morado para resarcir a Castilla y ya de paso hacerla tricolor y parecerse a los franceses; que es lo peor que puede hacer una corriente político-social española, que es hacerse afrancesada.
          Así tenemos una izquierda afrancesada pero cantonalista en vez de centralista como en realidad son los jacobinos franceses; con veinte banderas que ponen de los “niervos” (que decían las viejas en Samper), a la gente de orden y de "drechas"; que quiere y promueve a todas las banderas y banderias, porque es pluralista en ideas y plurinacional en identidades territoriales (nación de naciones como la URSS, la OTAN, la Liga Árabe, la UE o Latinoamérica). Promueve a todas las banderas menos a su antigua bandera, porque se la hurtó las derechas en las guerras pasadas, en el siglo XIX (y ya no se acuerda, o qué más da). Y, por otro lado, una derecha pro-americana y calvinista que no cree en la salvación por las buenas obras porque esta predestinada y salvada por la simple fe en el “dios proveerá”. Ahora agitan la bandera jacobina como suya (por cojones), creyendo que es de ellos desde tiempos inmemoriales.
          ¡Y a mí que me da ya igual una bandera que otra! Esto es como el “cachirulo”, que dicen que en cada provincia de Aragón era de un color, cuando eso es un invento reciente de gente con mucha imaginación.  

          Pues eso, las banderas están diseñadas por gente con mucha imaginación; fíjense en la bandera del Aragón republicano del Consejo Regional de Defensa de Aragón. Solo le faltaba la Virgen del Pilar en el escudo para ser completa. Si la hubieran puesto seguro que las milicias anarquistas hubieran conquistado Zaragoza; asi se quedaron a medio camino.

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