Estamos en una sociedad muy abierta,
compleja, plural, pero a la vez muy intolerante; tremendamente
paradójica. Ya no es solo la doble moral de mucha gente, creadores
de opinión y políticos. Dentro de los mismos partidos se dan
posicionamientos diferentes, lo cual es reflejo o expresión de las
contradicciones sociales, y eso es bueno. Lo malo es que tenemos un
"cacao mental" de muchos kilos de peso. Lo digo yo que a
veces no se como aclararme con mis amigos a los que a veces considero
de derechas y en algunos temas "me pasan por la izquierda",
o que consideraba de izquierda y arremeten en algunas cuestiones con
un "radical-reaccionarismo" propio de los “sayones" ultramontanos y
carlistas del siglo XIX.
Luego está el puritanismo del discurso panfletario y la escritura políticamente correcta. Una cultura
propia de los antiguos, que no se si con rigor llamábamos
sofistas, fariseos o jesuitas y toda esa caterva de hipócritas que
le dan más importancia al habito que al monje; al envoltorio más
que al producto que contiene.
¡La que se armó en Madrid con lo de
los titiriteros a los que se les intentó llevarlos a la cárcel! En
realidad era un intento de darle una patada a la alcaldesa de la
Villa y Corte en el culo de los titiriteros. Lo del autobús ese que
humilla a las personas que han estado humilladas siempre, parece que se ha solventado poniendo en las frases del
autobús unas interrogaciones. Yo que quiere que les diga, a pesar de no
compartir la ideología de los ultramontanos soy de la cultura del
“prohibido prohibir”, salvo que sea delito o se atente contra los
derechos humanos que son leyes objetivas a las que estamos vinculados
en España aunque algunos no quieran enterarse. También me gustan las obras de misericordia, como la de asistir al cautivo, dar posada al peregrino, atender al samaritano, etc....
Si nos ponemos a prohibir y a hacer
dimitir a todos los políticos que no nos gustan , como tanto vemos por las "redes" sean de una u otra ideologia, acabaremos con todas las que no sean la nuestra, y con todos los políticos que
no sean los nuestros (y con los nuestros también los primeros, que más quieren oír los que están detrás de las bambalinas). Como entren en esa competencia los de Podemos, van a llevar la peor parte como ya les está pasando aunque no les haya dado tiempo de corromperse ni nada. Pero, no hagamos tonterías, que en esta
sociedad, no son los sectores mas progresistas, más racionalistas y
más ilustrados los que tienen la autoridad real, la sartén por el
mango. Al Estado hay que darle poder para que realice políticas
sociales, igualdad de oportunidades en la enseñanza y Sanidad
universal para todos. También para que reprima el delito y la
corrupción de los estamentos superiores o privilegiados, o invierta
en mejora de la calidad de vida de todos.
No para que reprima a los manteros, persiga Hacienda a los autónomos, las pimes o los trabajadores asalariados, o sancione la libertad de
expresión, porque la libertad de expresión que va a sancionar el Estado, si le doy el
apoyo, será la mía.
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