Que
cuenta como se llegó a formar lo qué hoy conocemos como la Sima de
San Pedro en el Pueblo de Oliete, qué en la época Ibera se
llamaba: Ildukoite.
La
sima de Ildukoite
Quién
me mandaría a mi
acudir
á aquella fiesta
á
la aldea de Ildukoite.
Allí
cogí yo los males,
qué
ahora tengo en la mollera.
La
causa de mis penares,
la
causa de qué no duerma.
Tres
lunas duró la fiesta,
comida
pá reventar...
y
unos caldos muy sabrosos,
qué
me hacían desvariar.
Acababa
de comerme
aquella
pata de ciervo,
cuando
llegó el Olíndico
y
me presentó a su suegro.
(
El suegro del Olíndico
es
un brujo ú Chamán,
prepara
brebajes raros,
qué
luego suele tragar...
y
qué le ponen en trance.
Sus
ojos parecen fuego,
son
brasas incandescentes,
echa
espuma por la boca,
las
tripas se le regüelven...
sus
bajos, desprenden aíres,
qué
te dejan aturdido;
y
no crean qué exagero,
qué
yo mismo fui testigo
del
desmayo de un anciano,
qué
pilló desprevenido
y
respiró aquellos aíres
con
olor a corrompido.
y
tuvo suerte el anciano
de encontrarse á la intemperie,
de encontrarse á la intemperie,
qué
si es sitio cerrado
seguro,
que allí fenece.)
Al
suegro del Olíndico
le
reclamó sus poderes
la
mujer del Alfarero:
"Tiene
una tos, qué se muere
mira
haber qué brebaje
tienes
á bien prepararle
pá
que no tosa y descanse"
El
suegro del Olíndico
se
metió en una choza.
Dispuesto
se fue á hacer
una
poción milagrosa;
(
Cuatro pieles de culebra,
una
cola de ratón,
murcielago
triturado
y
unas gotas de licor...
esos
son los ingredientes,
qué
mezcló en la cazuela
el
suegro del Olíndico,
lo
pude ver con mis ojos
sin
que nadie a mi me viera.)
cuando
salió de la choza,
le
dijo á aquella mujer:
Untaselo
en un cuzcurro
con
un poquico de miel,
y
verás como no tose...
sobre
todo por su bien.
cuando
tomó la pócima
el
probecico alfarero,
no
fue preciso esperar
pá
comprobar sus efectos;
(
Cada vez qué tosía
se
iba patas a bajo,
ú
tosía ú cagaba...
ú las dos cosas pal caso.
ú las dos cosas pal caso.
No
le quedó más remedio
qué
olvidarse de toser.)
La
fiesta siguió su curso,
el
vino ya se acababa
(
apenas quedaba un culo
en
una de las tenajas )
y
los Clanes de Ildukoite
más
bebida reclamaban;
La
pedían con descaro:
"Se
nos seca la garganta,
se
nos seca la gargantaaaa..."
Se
organizó una partida
para
buscar más tenajas;
Treinta
mozos bien fornidos
y
unos carros pá cargarlas
(
Las guardaban con gran mimo,
en
una cueva sagrada.)
Olíndico
me invitó
á qué los acompañara,
á qué los acompañara,
y
nos fuimos con los mozos
para
seguir de jarana.
Cuando
llegué aquella cueva,
Yo
me quedé sin palabras.
(
Les sobraban los motivos
para
llamarla sagrada;
Los
Clanes de Ildukoite,
con
sus gentes, con sus cabras,
los
caballos y otros bichos
qué
patean esas montañas,
bien
podrían refugiarse
ante
una fuerte tronada.)
Los
mozos fueron delante,
nosotros
a sus espaldas
(
y por eso nos salvamos
Olíndico
y el que relata )
La
cueva empezó a crujir
de
una manera extraña.
Uno
de aquellos mozos
comentó
éstas palabras:
"La
cueva será sagrada,
pero
aquí nadie se salva"
Y
corrimos para afuera,
soñando
con la escapada.
pero
la tierra se hundió.
Se
lió gran polvareda,
(
Pensaba que m'axfisiaba )
Cuando
aquello despejó
lo
qué vieron mis ojos,
a
mi me dejó sin palabras:
Un
agüjero Impresionante,
una
sima exagerada...
y
en el fondo de la sima
solo
se veía agua,
ni
rastro de aquellos mozos,
ni
rastro de las tenajas.
Cuando
nos vimos a salvo
acompañé
a Olíndico
hasta
la puerta de casa
y
Yo seguí caminando,
sin
saber por donde andaba.
Si
alguien lo pone en duda,
qué
se acerque a Ildukoite
y
lo podrá comprobar
qué
se acerque con cuidado
no
se vaya a espanzurrar...
Es
una Sima Impresionante,
sin
habla os dejará.
Romance
del Clán del Toro, qué corre de boca en boca.
Romance
que se rescata, del pozo de la memoria.
Por unos momentos nos has llevado "Al Clan del Oso Cavernario" muy bueno señor Leo.
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