En este apartado de
“Recopilaciones” incluyo un artículo que Salvador París publicó en un boletín del
CIT (especial de Navidad, de la segunda época, diciembre de 1982), los que se
imprimían en los talleres del Heraldo de Aragón y maquetaba y diseñaba Miguel
Franco.
El artículo era uno de la
serie que titulaba “Cosas de la vida”
(esta es mi vida y podía ser la de
cualquiera de vosotros). Y es que Salvador Paris tenía mucha vida que
contar. Todavía recuerdo cuando, muy de vez en cuando, aparecía por el pueblo; iba de casa en casa saludando a todo el mundo.
Era una persona con
iniciativa, Creo que gano uno o varios premios de documentales cortos de
aquellos que se hacían con cámara “súper ocho“. Seguramente es el primero que grabo
imágenes de cine de nuestro pueblo, de sus fiestas, de las Semana Santa, que
luego proyectaba en la sala de proyección del Centro Social al que acudíamos
todo el pueblo.
Cuando creamos el CIT, nos
pidió permiso, a la asociación y al ayuntamiento, para poder grabar por el
pueblo. ¡Permiso! Cuando ahora cualquier criatura grabamos lo que nos viene en
gana sin pedir permiso a nadie. Era amable y tremendamente educado, o al menos
esa es la imagen que yo tengo de él. Desafortunadamente nos dejó bastante
joven, creo que en un accidente de circulación, Vaya la publicación de este
artículo suyo del año1982, como homenaje a su persona y al CIT de Samper de Calanda.
Artículo:
Después
de darle varias vueltas a la cabeza, y no creáis que esto es fácil, pues darle
vueltas a una cabeza como la mía hay que estas bien preparado físicamente, he
pensado que en esta ocasión sería bueno recordar hechos que ocurrieron y se
comentaban en el Café (hablo de antes del 36).
Por
ejemplo un hecho protagonizado por Faustino,
el pequeño, hermano de “la Raba”.
Pues
bien este Faustino iba a trabajar a la Fábrica de Botones del tio Paco “el
Pañero” y en aquellos años que el agua potable escaseaba en Samper, algunos se
llevaban a la Fábrica un botijo con agua para beber y uno de estos era el tal
Faustino, al que muchos días las mozas que iban a trabajar allí, se le bebían
el agua en plan de broma.
Un
buen día dijo Faustino –a estas les doy un escarmiento- y así ocurrió que un
día de tantos, que se bebieron, o intentaron beberse el agua, cuando llegó
Faustino a la Fábrica después de comer, le preguntaron que qué había echado al
agua que sabía tan salada.
Este
se echó a reír y cuando les dijo lo que había hecho en el botijo, comenzaron a escupir y a
devolver la mayoría de ellas. Se había
hecho “pipi” en el botijo.
Si
mal no recuerdo, también se comentaba que cuando iban al “cargue” de la
remolacha a la Estación de Abajo, había dos mozos que a medida que cargaban
iban de apuesta a ver quién cogía más ratolines vivos de los que salían del
montón de la remolacha y creo que se los “jalaban” vivos (uno de ellos todavía
vive, P. el M.)
Un
dato curioso de aquellos tiempos era por ejemplo el de la convivencia de las
cuadrillas de mozos en café, en el que varias cuadrillas se sentaban siempre en
la misma mesa, incluso algunas de ellas las tenían marcadas en el mármol, y de
esto os puedo citar cuadrillas como la de Joaquín “el Chamelo”, “Moquitín”, “Piriquillo”,
“Pichón”. Otra la de Manolo “el Caracol”, Fernando “el Pajaritos”, Manolo “el
“Cadillo”, Agustín “el Figote”, “los Veteros”, mi tío Joaquín “el de la
Morica”, y el más veterano de ellos, Domingo Abadía Almolda, más conocido por
Domingo “el Pasicos”.
Por
cierto que todavía recuerdo, teniendo yo unos cuatro años escasos, cuando
Domingo “el Pasicos” estando en la “mili” venía de permiso y se presentaba en
el Café con traje militar (muy chulo y elegante por cierto) me dejaba el gorro,
que era de un paño muy grueso y forrado de piel por dentro.
Este
gorro tenía la propiedad de que lo llenabas con el aliento, de aire caliente, y
al tirarlo al suelo, si caía bien daba un salto y el amigo Domingo siempre que
venía de permiso venía al café para dejarme el gorro y hacerlo “botar”.
Después
del año 36 recuerdo, por supuesto con cierta nostalgia, cuando por las tardes
me salía a la esquina de la “Placica” y cuando salían los párvulos de la
escuela, organizábamos carreras en la “Placica” con los chavales. Compraba una
peseta de caramelos de los de dos una “perrica” y me duraban una semana, pues
solo daba un caramelo al primero y muchas veces tenían que repetir la carrera,
porque el que llegaba el primero había empujado a otros. De estos hechos os
pueden dar datos el entonces “Rafaelín”, hoy Rafael “el Pelicos y el hijo de
José “el Roso”, hoy Sr. Abadía, el de la Caja de Ahorros y otros muchos que no
recuerdo.
Por
último os voy a citar otro sucedido cuando la famosa época del esparto, y digo
famosa porque en aquellos tiempos no había un real por ninguna parte y con el
arranque del esparto la gente y sobre todo la juventud empezó a tocar alguna
perra y a gastársela por el Café.
Pues
bien como he dicho antes que no había un real ni “pintado”, mi hermano y yo
fuimos a arrancar esparto dos o tres veces con mi famosa y querida yegua y mi
carro, si es que aquello se le podía llamar carro.
La pobre mula "pasaba mas hambre que los perros del tio Faustino", como decíamos entonces en el pueblo. |
Un
día nuestro amigo Francisco León Fandos, conocido por todos por Paco “el
Zapatero”, el futbolista, dijo que quería venir a arrancar esparto con nosotros
y así lo hizo. Cada uno nos llevamos nuestra merienda y ya en el monte (por la
balsa de los Guazaranes), dejamos la yegua atada al carro y en una cesta encima
del carro con las meriendas y nos fuimos a arrancar esparto a trescientos o
cuatrocientos metros del carro. Después de pegarnos la paliza padre, para
arrancar 7 u 8 fajos de esparto hasta media tarde nos fuimos al carro, para
comer y a continuación cargar el esparto. El esparto si lo cargamos después,
pero la comida se la había “arreado” la yegua, así que con más hambre que los famosos perros de Faustino que citaba
antes, nos tuvimos que venir para casa, pero contentos de pensar en las perras
que nos iban a dar por el esparto.
¡Ojalá!
No vuelvan aquellos tiempos, pero tampoco estaría de menos que para la mayoría
de los muchos que hoy no saben valorar lo que tenemos, les tocase ir a arrancar
esparto un par de meses y comer como se comía entonces –como dicen los
andaluces-¡Entonces iban a saber lo que vale un peine!
Bueno
muchachos hasta la próxima un abrazo a todos de:
Salvador
P. M.
Genial este artículo, me encantan las anécdotas de pueblo que he adoptado. Gracias.
ResponderEliminarMi homenaje a Salvador París. Un hombre honrado, trabajador.Un amigo de verdad.
ResponderEliminarSalvador viajaba en los años 70 , con una furgoneta, que cargaba hasta arriba en Utebo , donde residía. Vendía pequeños artículos de decoración que fabricaba él mismo.
Cuando venía a ver a sus clientes de Almería, solía hacer noche en un hotel de Tabernas,a unos 35 km de Almería.Madrugaba y cuando mi padre Francisco León Fandos y yo salíamos de casa para ir a trabajar , sobre las 7h30m , nos esperaba por sorpresa (no era época de móviles, internet...).Tomábamos un café y nos contaba las últimas novedades de Samper.
Cuando venía con más tiempo , comía en casa(pocas veces porque era muy prudente y "no quería molestar") y nos deleitaba proyectando en el salón de casa las películas de super 8 de la Semana Santa de Samper.
Nos hablaba con orgullo de su familia y en especial de su hija Carmen, que daba sus primeros pasos en su carrera artística.
Recordaré siempre como a mi padre y a él les brillaban los ojos al hablar de su pasado común en Samper.
Salvador Paris y Francisco León han sido los dos grandes iconos samperinos del Siglo XX. Fútbol y boxeo; cariño y generosidad por su pueblo. A Salvador, el CIT, en la dédada de 1970 le otorgó el título de "samperino del año" y a León un homenaje futbolero que hasta jugo su hijo vistiendo los colores locales. Salvador, todavía no tiene una página en la Historia Postal de Samper; sin embargo León cuenta ya con dos en la que se recogen sus cromos y la ficha original de su traspaso del Osasuna al Santander, documentos que hoy forman parte de este archivo. Gracias, Manuel por sacar a estos personajes tan nuestros y recordarlos.
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