SEDETANOS |
Con el término de la última invasión pirenaica indoeuropea del año 600 a.C., el valle del Ebro entra en la "II Edad del Hierro". Aunque nos faltan fuentes escritas hasta el siglo III a.C., Lingüística, Epigrafía, Numismática y, sobre todo, la Arqueología nos han permitido conocer con bastante precisión la historia de sus habitantes, a quienes denominaremos como "pueblos prerromanos", es decir, se trata de toda una serie de tribus de origen indoeuropeo con las que se encontrarán los romanos cuando lleguen al valle del Ebro.
Parece ser que del contacto de estas tribus con los pueblos mediterráneos fue surgiendo lo que denominamos "cultura ibérica". Los "iberos" no serían, pues, una raza o pueblo nuevo sumado a los ya existentes, sino una cultura nueva surgida del contacto de las tribus ya asentadas desde la I Edad del Hierro con las civilizaciones mediterráneas. Esta cultura es, por lo tanto, resultado de una adaptación. La moneda, el torno y, sobre todo, el alfabeto, serán los signos más patentes de la nueva "cultura ibérica".
Lo que
ocurre es que el grado de iberización entre las tribus indoeuropeas del actual
Aragón no fue uniforme ni de la misma intensidad. Así nos hallaremos con
pueblos profundamente iberizados, tribus puente, de iberización media en
algunos aspectos, y tribus apenas contaminadas por el iberismo. Las fronteras
entre unos y otros nunca fueron nítidas, pero, al menos aproximadamente,
podemos bosquejarlas.
a)
Entre las tribus iberizadas, los Ilergavones fueron uno de los mejores
vehículos del cambio; con ellos están emparentados los Ilergetes, ubicados
entre Iltirda (= Lérida) y Bolscan (= Huesca). La Jacetania, por el Norte, y la
Sierra de Alcubierre, por el Sur, parecen ser sus límites, aunque en el siglo
II a.C. debieron alcanzar el Ebro.
b)
Como tribu puente, los Sedetanos, aunque conservaron su lengua indoeuropea,
fueron profundamente iberizados. El «bronce de Botorrita» -lengua indoeuropea y
caracteres ibéricos- es un extraordinario ejemplo. De la Sierra de Alcubierre,
al Norte, al río Matarraña, al Sur, esta tribu incluye todo el actual
territorio municipal zaragozano, contando con poblaciones tan importantes para
el momento como Salduie (= Zaragoza), Beligion (= Azaila) o Contrebia Belaisca
(= Botorrita).
c) La
frontera con los pueblos apenas iberizados podría ubicarse en los ríos Huerva y
Gállego, hacia el Oeste.
De
Norte a Sur de esta franja, se asientan varias tribus celtibéricas: los
Iacetanos y los Suessetanos, que limitan a aquéllos por el Sur. Estos ocupan
las Cinco Villas, en las que han dejado varios topónimos sufijados en -dum,
como Berdún, Gordún, Navardún. Ambos pueblos sufrieron la presión de los
Vascones, por lo que su frontera fue inestable. Emparentados con los
Suessetanos estaban los Galos, de los que Gallur denota su origen.
En
torno al Moncayo se ubicaron los Celtíberos, con Turiaso (= Tarazona) y Bursau
(= Borja) como centros urbanos destacados. A lo largo del Jalón, Belos y
Lusones, mientras que los Titos se adueñaron del Jiloca.
Los
Lobetanos señorean la zona de Albarracín, en tanto que los Turboletas parecen
estar concentrados en torno al Teruel actual. Entre el Aguasvivas y el Huerva,
los Belaiscos.
Apenas
si tenemos noticias de la zona sobrarbense y ribagorzana. Sólo cuando lleguemos
a la Edad Media sabremos algo de la existencia de los territorios Barbotano,
Boletano y Labetolosano, en derredor de Barbastro, Boltaña y Bajo Cinca,
respectivamente.
Este
es el escenario que van a encontrar los romanos. Algunas tribus se aliarán
pronto con ellos; otras, en cambio, resistirán hasta el exterminio. Pero, en
definitiva, con los romanos va a tener lugar el primer proceso integrador de lo
que, hasta ahora, no era más que un mosaico de tribus.
COMO APOYARON A UNA FACCIÓN DE LOS ROMANOS Y PERDIERON, LA DEJARON ASÍ, PARA QUE ESCARMENTARAN LAS GENERACIONES VENIDERAS.
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