Hace pocos días comentaba con un compañero ecologista de mi sindicato una noticia que hablaba de la instalación en Marruecos de una planta para quemar carbón por parte de una empresa (antes pública española), pero luego privatizada. Esta empresa, en el llamado “Tercer Mundo”, pagaría un tercio de jornal a sus empleados sin las garantías de calidad en el puesto de trabajo y de salud e higiene laboral; sin convenios y sin problemas de quejas por parte de la población circundante que darían por buenos los humos tóxicos como se dieron en su día en España los de la central de Andorra.
Unos
años antes, como argumento para mantener la central de Andorra, salió un
documento oficial en Aragón que decía (garantizaba), que los humos de la central
no perjudicaban a Aragón, solo a los olivos y plantaciones de Castellón. Así
que no había de que quejarse. Eso es como el chiste aquel de que “le ha caído
a uno en el pueblo la campana de la iglesia y lo ha matado, pero no hay que
preocuparse que es forastero”.
En
España, las centrales carboníferas están ya obsoletas y no se acepta la
contaminación que producen; claro, podrían poner filtros para eliminar esa
contaminación como hacen las centrales alemanas o de otros países de nuestro
entorno, pero las empresas españolas (ya no públicas ni españolas, si no
privatizadas), no están dispuestas a invertir en ello ni el débil Estado
Español es capaz de obligarlas a hacerlo. En resumen, más paro, sobre todo en
la España vacía, aunque posiblemente la luz nos resulte más barata, cosa que no
está garantizada como estamos viendo en los nuevos recibos de consumo de la luz.
A lo más que se atreve el gobierno es a bajar el IVA, con lo cual los
oligopolios empresariales de la luz se flotan las manos.
Por
muy ecologistas que sea la gente de Andorra seguro que pensarán que “para
este viaje (el quitar la central de carbón para llevarla a Marruecos),
no hacían falta alforjas”. Pero no veo yo a muchos ecologistas
fuertemente sensibilizados, como lo están en Europa, con que a los “moros” de
la morería se intoxiquen con el hollín del carbón.
En
España nos vamos quitando las centrales nucleares, que son una bomba de relojería
porque están ya obsoletas también y nadie quiere un cementerio nuclear en su
comarca o que puedan estallar como la de Chernóbil (y las tenemos aquí bien
cerca). No queremos hidroeléctricas que aneguen nuestros valles y algún pueblo.
Pero también estamos en contra de las energías limpias y ecológicas como “los
molinos”, que ensucian el paisaje y matan los pájaros; ni placas solares
que resecan el ya reseco erial de nuestros montes y por otras causas que seguramente
las hay que yo no conozco de momento. Aunque queremos electricidad, energía, y
no ir con candiles de aceite o de carburo, como no queremos ir con boina y
albarcas. De algún sitio tendrá que salir la energía, pues no se genera por
generación espontánea (valga la redundancia).
Hace unos
años hubo una confrontación enorme entre los paisanos y paisanas de Albalate
del Arzobispo por la instalación de una planta de desecho de algún mineral de
difícil eliminación que no suelen querer por la mayoría de los sitios. Me
asombró la violencia verbal y los enfrentamientos entre paisanos de un mismo
pueblo. Muchos de esos paisanos habían apostado y estaban invirtiendo dinero
por un modelo de agricultura de calidad como en otros municipios del Bajo
Aragón, como Calanda, y la implantación de una empresa de eliminación de
desechos no ayudaba a la causa; poco importaba que hubiera seguridad
garantizada; desde el punto de vista de la promoción de los productos agrícolas
y del márquetin, era nefasto.
Por
otra parte, gran número de paisanos, trabajadores asalariados y extrabajadores
de Endesa o de otras empresas estaban a favor junto al alcalde socialista del
pueblo. Por aquellos días estuve en Albalate en una comida de hermandad con
vecinos de ese pueblo afiliados a pensionistas de CC.OO. Absolutamente todos (y
había bastantes), “echaban pestes” de los que no querían que la Empresa
se pusiera en el pueblo y apoyaban incondicionalmente al alcalde. Poco
importaba que la política oficial del sindicato era contraria a la instalación
de ese tipo de empresas, pero cualquiera se lo decía. Para ellos, la derecha
local y quienes estaban en contra de la instalación eran “carcas” por no
querer la instalación de la empresa; poco importaba que la Chunta estuviera en
contra también además de la derecha tradicional, y que Izquierda Unida se
quemara en el debate no presentándose ya a las siguientes elecciones
municipales (creo que también estaba en contra de la instalación o no se
significó).
¿Qué
pasó? claro, había intereses contradictorios y enfrentados; donde unos veían
progreso otros veían ruina, seguramente con anteojeras muy sectarias e
imposibles de conciliar, pero nadie y todos tenían algo de razón. Hoy no sé cómo
estará la cosa, pero he conocido otras experiencias parecidas Incluso sin
tantos intereses en juego. Pensemos en Villamayor y su apuesta por pertenecer a
Zaragoza como un barrio o independizarse. Todavía, hoy en día, no se hablan unas
personas con otras. No era una cuestión emocional, de sentimientos o ideológica
solo, detrás de quienes querían la independencia municipal estaba la creencia
de que la especulación urbanística y de polígono industrial de su término iba a
beneficiar a muchos de sus paisanos que de otra manera se iría al ayuntamiento
de Zaragoza. Otra gente lo veían de otra manera, entre ellos los que siendo del
pueblo (generalmente los de menos recursos económicos) o nuevos vecinos
instalados de otros lugares de Zaragoza podían acceder a una vivienda más barata
y veían o creían ver ventajas como barrio pedáneo más que como municipio.
Podríamos hablar de la Muela, de pueblos del Pirineo, del Matarraña o de la sierra
turolense, pero no sigo.
Los
enfrentamientos en algunos municipios y poblaciones o comarcas son
confrontaciones micro, pero igual que las que se dan a un nivel superior
entre unas comunidades que se creen explotadas por el Estado y quieren más
autonomía, más dinero de los impuestos e incluso la independencia. Subyacen los
intereses contrapuestos, aunque con los años se han revestido de ideología; en
realidad es la economía y los diferentes intereses corporativos, gremiales y
personales (más que de clase social), en los pueblos y localidades pequeñas.
Digo
todo esto pensando en las placas solares que se han instalado en el pueblo; no
alcanzo a saber si son malas, buenas o neutras para la salud o para el
desarrollo futuro de la agricultura y la ganadería que en Samper está casi
extinguida sin necesidad de que vengan a poner placas solares. Está en
decadencia la agricultura y la ganadería en Samper. Y de las placas solo oigo
decir bendiciones, sobre todo, de la mayoría de los que no trabajan la tierra y
que no cabe duda de que las placas solares le dan mucho dinero, más que el que
le da el arriendo de tierras de labor, además de lo que entra al Ayuntamiento. No
sé si los que todavía aguantan con la agricultura y la ganadería piensan lo
mismo.
Igual
estoy equivocado, pero en Samper no veo alternativa a las placas solares porque
no hay un segmento de la población que apueste por otro modelo de agricultura y
ganadería de calidad o industria no agresiva con el medio ambiente, y quienes
estamos jubilados ya tenemos el puesto de trabajo garantizado. Quienes trabajan
fuera del pueblo y vienen a él a disfrutar querrían un pueblo idílico, sin
moscas, malos olores y sin contaminación que para eso ya lo tienen en la
ciudad. Aunque tampoco es Samper un pueblo turístico. Perdido los trabajos de
RENFE y ENDESA; con una agricultura y ganadería en decadencia y ruinosa, y sin
capacidad humana de emprendimiento por parte de la poca gente que vive aquí,
como no sea la de emigrar como venimos haciendo la mayoría desde hace 50 años ¿Qué
queremos, que nos pongan talleres de artesanía?
Y el
regadío y su concentración ¡Vaya ruina! Oigo a unos y otros y todos me
convencen. Hasta que escucho al contrario. No tengo campos, pero si los tuviera
y no fuera labrador como la mayoría (y viviera de otra cosa, como vivo) ni loco
me endeudaría; pero el que tiene una empresa familiar y es labrador..., su
interés es antagónico al de los que estamos jubilados y vivimos de una pensión
o viven de un jornal en la ciudad ¡Es imposible pensar igual! ¿No se pueden
aunar intereses? Parece que no; es decir “la ruina caracolera”.
Y no
opino de las granjas (no me quiero significar porque no soy veterinario). Me
preocupa el agua, aunque por otra parte sería un problema para cualquier
actividad económica que se implantara en el pueblo; cualquier actividad que se
pusiera en el pueblo también consumiría mucha agua, cualquier fábrica o
actividad industrial por muy pequeña y “sostenible” que sea. Seguro que
para una parte de los vecinos será algo positivo que da puestos de trabajo y,
aunque huela a mierda, contamina menos que la central de carbón que hemos
tenido que soportar muchos años echando humo, azufre, carbonilla y mucha insalubridad
invisible, sin embargo, ahora tenemos idealizada a “La Calvo Sotelo”.
Pero otra parte del pueblo, estoy seguro, que las granjas de cerdo considerarán
que son la puntilla que nos emponzoñarán con los purines, volverán las nubes de
moscas como cuando había animales en todas las casas conviviendo con las
personas, y que será “pan para hoy y hambre para mañana”.
Dentro
de unos años lo veremos. Lo verán quienes sobrevivan. Y seguro que no tendrán
la misma opinión de la realidad vivida, ¡Ah¡ la realidad, que cada cual la ve y
analiza a su manera, aunque sea una experiencia pasada.
Todo
eso es verdad, pero ves a decirle a los propietarios que ya no trabajan la
tierra y sus hijos emigran porque la agricultura y la ganadería tradicional
familiar es una ruina, que rechacen las placas solares, que les permiten más
rentabilidad (en el caso de ser propietarios) o mucho más que si las dan en
arriendo por cultivarlas. Las cosas son muy complejas y la economía también. La
gente tiene abandonada las tierras de cultivo y si hay una alternativa que les
da más mientras le dure la vida, irán a por esa. Ya le podemos decir que la
culpa de todo la tiene el capitalismo, el PSOE o el PP, que eso les suena como
cuando la Iglesia les dice que la culpa de todo la tiene el demonio. ¡Es la
economía amigo!
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NO ES LA BALSA DEL REGUERO, ES UNA DE PURINES |
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