martes, 4 de octubre de 2022

Artículo. ¿Cómo superar las contradicciones en el seno del pueblo? (Mao Tse Tung).

 O la difícil repoblación de la España vaciada.

Hace pocos días comentaba con un compañero ecologista de mi sindicato una noticia que hablaba de la instalación en Marruecos de una planta para quemar carbón por parte de una empresa (antes pública española), pero luego privatizada. Esta empresa, en el llamado “Tercer Mundo”, pagaría un tercio de jornal a sus empleados sin las garantías de calidad en el puesto de trabajo y de salud e higiene laboral; sin convenios y sin problemas de quejas por parte de la población circundante que darían por buenos los humos tóxicos como se dieron en su día en España los de la central de Andorra.

Unos años antes, como argumento para mantener la central de Andorra, salió un documento oficial en Aragón que decía (garantizaba), que los humos de la central no perjudicaban a Aragón, solo a los olivos y plantaciones de Castellón. Así que no había de que quejarse. Eso es como el chiste aquel de que “le ha caído a uno en el pueblo la campana de la iglesia y lo ha matado, pero no hay que preocuparse que es forastero”.

En España, las centrales carboníferas están ya obsoletas y no se acepta la contaminación que producen; claro, podrían poner filtros para eliminar esa contaminación como hacen las centrales alemanas o de otros países de nuestro entorno, pero las empresas españolas (ya no públicas ni españolas, si no privatizadas), no están dispuestas a invertir en ello ni el débil Estado Español es capaz de obligarlas a hacerlo. En resumen, más paro, sobre todo en la España vacía, aunque posiblemente la luz nos resulte más barata, cosa que no está garantizada como estamos viendo en los nuevos recibos de consumo de la luz. A lo más que se atreve el gobierno es a bajar el IVA, con lo cual los oligopolios empresariales de la luz se flotan las manos.

Por muy ecologistas que sea la gente de Andorra seguro que pensarán que “para este viaje (el quitar la central de carbón para llevarla a Marruecos), no hacían falta alforjas”. Pero no veo yo a muchos ecologistas fuertemente sensibilizados, como lo están en Europa, con que a los “moros” de la morería se intoxiquen con el hollín del carbón.

En España nos vamos quitando las centrales nucleares, que son una bomba de relojería porque están ya obsoletas también y nadie quiere un cementerio nuclear en su comarca o que puedan estallar como la de Chernóbil (y las tenemos aquí bien cerca). No queremos hidroeléctricas que aneguen nuestros valles y algún pueblo. Pero también estamos en contra de las energías limpias y ecológicas como “los molinos”, que ensucian el paisaje y matan los pájaros; ni placas solares que resecan el ya reseco erial de nuestros montes y por otras causas que seguramente las hay que yo no conozco de momento. Aunque queremos electricidad, energía, y no ir con candiles de aceite o de carburo, como no queremos ir con boina y albarcas. De algún sitio tendrá que salir la energía, pues no se genera por generación espontánea (valga la redundancia).

Hace unos años hubo una confrontación enorme entre los paisanos y paisanas de Albalate del Arzobispo por la instalación de una planta de desecho de algún mineral de difícil eliminación que no suelen querer por la mayoría de los sitios. Me asombró la violencia verbal y los enfrentamientos entre paisanos de un mismo pueblo. Muchos de esos paisanos habían apostado y estaban invirtiendo dinero por un modelo de agricultura de calidad como en otros municipios del Bajo Aragón, como Calanda, y la implantación de una empresa de eliminación de desechos no ayudaba a la causa; poco importaba que hubiera seguridad garantizada; desde el punto de vista de la promoción de los productos agrícolas y del márquetin, era nefasto.

Por otra parte, gran número de paisanos, trabajadores asalariados y extrabajadores de Endesa o de otras empresas estaban a favor junto al alcalde socialista del pueblo. Por aquellos días estuve en Albalate en una comida de hermandad con vecinos de ese pueblo afiliados a pensionistas de CC.OO. Absolutamente todos (y había bastantes), “echaban pestes” de los que no querían que la Empresa se pusiera en el pueblo y apoyaban incondicionalmente al alcalde. Poco importaba que la política oficial del sindicato era contraria a la instalación de ese tipo de empresas, pero cualquiera se lo decía. Para ellos, la derecha local y quienes estaban en contra de la instalación eran “carcas” por no querer la instalación de la empresa; poco importaba que la Chunta estuviera en contra también además de la derecha tradicional, y que Izquierda Unida se quemara en el debate no presentándose ya a las siguientes elecciones municipales (creo que también estaba en contra de la instalación o no se significó).

¿Qué pasó? claro, había intereses contradictorios y enfrentados; donde unos veían progreso otros veían ruina, seguramente con anteojeras muy sectarias e imposibles de conciliar, pero nadie y todos tenían algo de razón. Hoy no sé cómo estará la cosa, pero he conocido otras experiencias parecidas Incluso sin tantos intereses en juego. Pensemos en Villamayor y su apuesta por pertenecer a Zaragoza como un barrio o independizarse. Todavía, hoy en día, no se hablan unas personas con otras. No era una cuestión emocional, de sentimientos o ideológica solo, detrás de quienes querían la independencia municipal estaba la creencia de que la especulación urbanística y de polígono industrial de su término iba a beneficiar a muchos de sus paisanos que de otra manera se iría al ayuntamiento de Zaragoza. Otra gente lo veían de otra manera, entre ellos los que siendo del pueblo (generalmente los de menos recursos económicos) o nuevos vecinos instalados de otros lugares de Zaragoza podían acceder a una vivienda más barata y veían o creían ver ventajas como barrio pedáneo más que como municipio. Podríamos hablar de la Muela, de pueblos del Pirineo, del Matarraña o de la sierra turolense, pero no sigo.

Los enfrentamientos en algunos municipios y poblaciones o comarcas son confrontaciones micro, pero igual que las que se dan a un nivel superior entre unas comunidades que se creen explotadas por el Estado y quieren más autonomía, más dinero de los impuestos e incluso la independencia. Subyacen los intereses contrapuestos, aunque con los años se han revestido de ideología; en realidad es la economía y los diferentes intereses corporativos, gremiales y personales (más que de clase social), en los pueblos y localidades pequeñas.

Digo todo esto pensando en las placas solares que se han instalado en el pueblo; no alcanzo a saber si son malas, buenas o neutras para la salud o para el desarrollo futuro de la agricultura y la ganadería que en Samper está casi extinguida sin necesidad de que vengan a poner placas solares. Está en decadencia la agricultura y la ganadería en Samper. Y de las placas solo oigo decir bendiciones, sobre todo, de la mayoría de los que no trabajan la tierra y que no cabe duda de que las placas solares le dan mucho dinero, más que el que le da el arriendo de tierras de labor, además de lo que entra al Ayuntamiento. No sé si los que todavía aguantan con la agricultura y la ganadería piensan lo mismo.

Igual estoy equivocado, pero en Samper no veo alternativa a las placas solares porque no hay un segmento de la población que apueste por otro modelo de agricultura y ganadería de calidad o industria no agresiva con el medio ambiente, y quienes estamos jubilados ya tenemos el puesto de trabajo garantizado. Quienes trabajan fuera del pueblo y vienen a él a disfrutar querrían un pueblo idílico, sin moscas, malos olores y sin contaminación que para eso ya lo tienen en la ciudad. Aunque tampoco es Samper un pueblo turístico. Perdido los trabajos de RENFE y ENDESA; con una agricultura y ganadería en decadencia y ruinosa, y sin capacidad humana de emprendimiento por parte de la poca gente que vive aquí, como no sea la de emigrar como venimos haciendo la mayoría desde hace 50 años ¿Qué queremos, que nos pongan talleres de artesanía?

Y el regadío y su concentración ¡Vaya ruina! Oigo a unos y otros y todos me convencen. Hasta que escucho al contrario. No tengo campos, pero si los tuviera y no fuera labrador como la mayoría (y viviera de otra cosa, como vivo) ni loco me endeudaría; pero el que tiene una empresa familiar y es labrador..., su interés es antagónico al de los que estamos jubilados y vivimos de una pensión o viven de un jornal en la ciudad ¡Es imposible pensar igual! ¿No se pueden aunar intereses? Parece que no; es decir “la ruina caracolera”.

Y no opino de las granjas (no me quiero significar porque no soy veterinario). Me preocupa el agua, aunque por otra parte sería un problema para cualquier actividad económica que se implantara en el pueblo; cualquier actividad que se pusiera en el pueblo también consumiría mucha agua, cualquier fábrica o actividad industrial por muy pequeña y “sostenible” que sea. Seguro que para una parte de los vecinos será algo positivo que da puestos de trabajo y, aunque huela a mierda, contamina menos que la central de carbón que hemos tenido que soportar muchos años echando humo, azufre, carbonilla y mucha insalubridad invisible, sin embargo, ahora tenemos idealizada a “La Calvo Sotelo”. Pero otra parte del pueblo, estoy seguro, que las granjas de cerdo considerarán que son la puntilla que nos emponzoñarán con los purines, volverán las nubes de moscas como cuando había animales en todas las casas conviviendo con las personas, y que será “pan para hoy y hambre para mañana”.

Dentro de unos años lo veremos. Lo verán quienes sobrevivan. Y seguro que no tendrán la misma opinión de la realidad vivida, ¡Ah¡ la realidad, que cada cual la ve y analiza a su manera, aunque sea una experiencia pasada.

Todo eso es verdad, pero ves a decirle a los propietarios que ya no trabajan la tierra y sus hijos emigran porque la agricultura y la ganadería tradicional familiar es una ruina, que rechacen las placas solares, que les permiten más rentabilidad (en el caso de ser propietarios) o mucho más que si las dan en arriendo por cultivarlas. Las cosas son muy complejas y la economía también. La gente tiene abandonada las tierras de cultivo y si hay una alternativa que les da más mientras le dure la vida, irán a por esa. Ya le podemos decir que la culpa de todo la tiene el capitalismo, el PSOE o el PP, que eso les suena como cuando la Iglesia les dice que la culpa de todo la tiene el demonio. ¡Es la economía amigo!

NO ES LA BALSA DEL REGUERO, ES UNA DE PURINES


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