Cada vez hay más voces a favor de preservar la chimenea, infraestructura de la central de la térmica de Andorra; lo único que queda después de que se hubiera demolido casi toda ella.
El rechazo a la demolición de la
torre es general (especialmente en Andorra) y los partidos políticos locales
han empezado a hacerse eco del clamor de los vecinos. El pasado mes de junio el
Partido Popular y Elijo Andorra presentaron en pleno extraordinario una moción
en la que solicitaban el mantenimiento de la chimenea de la Central Térmica de
Andorra y la declaración de esta como Bien Industrial. Así mismo pedían que se
paralice cualquier trámite y gestión encaminado a su derribo al tratarse de “un
emblema para la localidad y también para la provincia de Teruel”.
El resto de los partidos mostró su
acuerdo en cuanto a la visión de la chimenea como un emblema para Andorra, pero
señalaron que para su mantenimiento deben estudiarse varias cuestiones como
puede ser el coste anual que ello supondría o los usos que podría tener para
que genere beneficios y sea rentable. Finalmente se aprobó con siete votos a
favor y cinco abstenciones por parte del Partido Socialista.
No son los únicos que piden la
preservación de la chimenea; la Agrupación de Electores Teruel Existe se opuso
al desmantelamiento de la térmica desde el principio, señalando que “no es
incompatible mantener el patrimonio industrial con el desarrollo de
energías renovables y, sin embargo, mantener el patrimonio nos daría una
oportunidad de diversificar la economía del territorio” y apuntando que la
central “es uno de los símbolos que han identificado la historia del carbón
y de la minería en la provincia, es un patrimonio industrial único”.
No obstante, las voces más críticas
han surgido de la ciudadanía. Ya en 2020, Rolde de Estudios Aragoneses (REA)
fue el primero en presentar un detallado estudio para justificar su
preservación de la térmica y que esta fuera declarada Bien Catalogado del
Patrimonio Cultural Aragonés. La petición se respaldaba en un informe
científico de María Pilar Biel Ibáñez, miembro del Comité Internacional para la
Conservación del Patrimonio Industrial y coordinadora del Máster de Gestión de
Patrimonio Cultural de la Universidad de Zaragoza.
Sin embargo, todos los esfuerzos para
la conservación de la térmica fueron en vano. “Nos dimos de bruces con el
muro de la Dirección General de Patrimonio cultural del Gobierno de
Aragón, que denegó nuestra petición”, apunta Vicente Ibáñez, miembro de la
Plataforma en defensa del patrimonio industrial de la central térmica de
Andorra, a la que pertenece Rolde. Con la petición de conservar la chimenea
parece que lleva el mismo camino.
Tampoco la Asociación de Acción
Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa) logró paralizar el
desmantelamiento. Su presidenta, Belén Boloqui, alegó el pasado 13 de mayo,
cuando se dinamitaron las torres que estas caían “por la voluntad del poder
representado por Endesa” y añadía “ese poder aliado con los
gobiernos, con el de Aragón y con el MITECO”. Lamentaba, además que el
patrimonio industrial “todavía no está suficientemente protegido ni por la
Ley de Patrimonio Histórico Español ni por la Ley de Patrimonio Cultural
aragonés”.
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