sábado, 26 de octubre de 2024

Charrada. La soberanía reside en el fiemo.


Un día que estábamos merendando en la Cueva del Habanero, el duende de los caños y de las cañas nos contó una anécdota que se había dado en el plano elemental en el que el reside: resulta que los diferentes órganos del cuerpo de nuestra especie se reunieron para resolver y concretar cual de dichos órganos debería presidir el gobierno del cuerpo físico de las personas humanas.

Autor: J. Antonio Espés Sevil
Se hizo una rueda empezando por el cerebro; este se postuló como el mejor candidato, pues “el cerebro -decía- debería ostentar la presidencia ya que es el órgano pensante y el que alberga el intelecto y la conciencia”. “Nada de eso” -dijo el corazón-, “soy yo quien alberga los sentimientos, el amor, la caridad y la simpatía". “Ni hablar -dijo el hígado-, las emociones y la química es mi tarea y por lo tanto quien debe gobernar”. Saltaron los riñones: “sin mí no aguantareis porque soy quien depura las cañerías”. Así uno tras otro, como los testículos, que dijo: “aquí lo que hace falta son cojones y para eso no hace falta ningún otro órgano más que güevos, y eso solo los tengo yo”; todo eso hasta que, apartada en un rincón, como marginada, habló alguien con autoridad: “Si yo no os dejo, os moriréis de asco; así que si queréis aguantar y vivir eternamente me tenéis que dejar gobernar en un continuo chantaje. Vosotros sabréis”. ¡Y tú quién eres, le preguntaron todos! ¡yo soy la mierda! -contestó-; “yo controlo las cloacas del cuerpo humano, ni el riñón, ni los testículos, ni ningún otro órgano me puede evitar si yo me restriño”.
Abrumados y cariacontecidos tuvieron que claudicar: “pues que gobierne la mierda” -resolvieron-.
Así que desde entonces nos está gobernando la mierda.

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