Se acusa al sistema autonómico
español, de ser el causante de gran parte de la crisis que padecemos, es más,
también la crítica le ha llegado, aunque en menor medida, al sistema
municipalista, que es muy antiguo, pues proviene de la Edad Media. Se
modernizó y adecuó al sistema democrático cuando las Cortes de Cádiz, y posteriormente
con cada constitución o descostitución de las muchas que hemos tenido.
El mundo está lleno de
naciones con sistemas no centralistas. La mayoría de los países mayores o más
relevantes tienen un sistema federal; las excepciones pueden ser, por ejemplo,
Francia, Japón o China, que tienen nacionalidades muy homogéneas. O Italia,
aunque alguno de estos países está descentralizando cada vez más la
administración. Un caso curioso: En España, las izquierdas son mayoritariamente
autonomistas o federales y las derechas no, y en Francia es al revés. Esto
viene de que en Francia el liberalismo jacobino era muy centralista y en España
esta corriente de liberalismo radical e intransigente fue federal e, incluso,
cantonal. Aunque el cantonalismo era una simple voluntad de querer implantar el
modelo suizo, si o si, como se dice ahora. Los cantonalistas no eran
independentistas como se lee o se oye por ahí. Algunos personajes de la
burguesía del Bajo Aragón se unieron al movimiento cantonal en el siglo XIX;
cuando este fracasó se volvieron republicanos unitarios o incluso se pasaron a
los partidos monárquicos de la derecha liberal.
Entre los países descentralizados
están: los EE. UU, Suiza, Alemania, Austria, los Emiratos Árabes Unidos, Rusia,
India, Méjico, Argentina, Brasil, Venezuela, Canadá o Australia. La mayoría de
ellos están desarrollados o son emergentes; algunos pequeños. Han adecuado su
organización política a su idiosincrasia, a su historia, a su sociología y
cultura, etc. En ninguno de ellos se le atribuye a su modelo de estado autonómico
la causa de su retraso o de su perfil de corrupción. Si tienen esta o sufren de
hipertrofia burocrática no se les ocurre cambiar su modelo federal; porque
estos defectos son inherentes a su naturaleza política, económica o cultural,
sin que tengan que ver con que sean modelos centralistas o más o menos
federales.
Algunos países (como los
Estados Enidos), tienen autonomías (estados), comarcas (condados) y municipios.
Todos tienen sus parlamentos y consejos municipales y de condado. Eligen sus
alguaciles y jueces de paz, que tienen más competencia que los de los pueblos
españoles y cobran. Y por supuesto administración para gestionar. O subrogada
por empresas privadas de gestión, lo que también cuesta el mismo o más dinero. Esto
no lo dicen; tienen menos funcionarios y personal laboral porque la gestión o
los trabajos lo realizas empresas externas que cobran como es lógico para pagar
a sus trabajadores y obtener beneficios.
Hay pequeños países, como
Suiza que también son federales o cantonales. Tienen diferentes iconos
(escudos) y banderas para definir cada administración, cantón o estado sin que
eso les suponga ningún problema. Francia es un estado unitario y muy
centralista con una fuerte y gran administración pública, y tradicionalmente
muy eficaz, al igual que China y Japón.
El que un país sea unitario,
federal o confederal no significa que tenga más o menos funcionariado o
trabajador público, El desajuste o el exceso de trabajadores de las
administraciones y empresas públicas sobre los agropecuarios, la industria o
los servicios es una anomalía propia del subdesarrollo. La hipertrofia burocrática
es una anormalidad de las sociedades poco desarrolladas económicamente y con
bajo sector productivo.
En España, determinados
sectores de la población no han asumido la descentralización del estado por cuestiones
ideológicas; la crisis económica acentuada en España por la deslocalización de
empresas, la desindustrialización del país que se ha llevado a cabo en los
últimos años, destruyendo enormes sectores productivos de la industria pesada y
manufacturada, y también del sector
agrícola y ganadero, que se ha dado a favor de otros países de Europa, desde
nuestra entrada en la UE, ha acentuado la crítica al sistema autonómico al que
se le acusa de ser una carga burocrática, cara y despilfarradora.
Se genera la idea de que debe
reducirse las administraciones públicas, algo que no van a hacer ni los que lo
dicen si llegaran a gobernar, porque un estado moderno, sea unitario o federal
necesita inevitablemente de unas potentes administraciones públicas, de
funcionarios y trabajadores no elegidos a dedo, que lo sean por concurso,
mérito y oposición para evitar que los poderes ejecutivo, judicial y
legislativo, así como los lobbies corporativos o partidos políticos sean
quienes los pongan o den el trabajo a empresas amigas. Proponer la reducción de
las administraciones publicas para ahorrar es algo profundamente reaccionario y
de mentalidad subdesarrollada.
Existen sectores muy amplios
en la población que sienten España como “Una Grande y Libre”, y agitan su odio
hacia el modelo autonómico, de la misma manera que algunos nacionalistas
periféricos instrumentalizan su odio al sentimiento unitario español. Los
grandes partidos nacionalistas, sean de nacionalismo español, catalán o vasco,
son de derecha conservadora y tienen y defienden el mismo modelo económico y
responden a los intereses de los grupos de la gran burguesía y elites
económicas corporativas, pero están enfrentadas en su lucha por ser hegemónicas,
como es el caso de la española o pretenden librarse de tutelas porque creen que
les irá mejor, como es el caso de las del País Vasco y la catalana. Estos
últimos quieren librase del Estado Español y colocarse autónomamente en Europa
porque al resto de España la consideran más atrasada, aunque eso (que hace unas
décadas era verdad), hoy en día es un anacronismo y ya no es cierto, sobre todo
en el caso de Cataluña que sufre los mismos problemas de desindustrialización,
burbuja inmobiliaria, corrupción y desajuste burocrático de sus
administraciones que el resto de España.
Las clases medias y bajas
tienen poco que ganar en estas reyertas y mucho que perder si se enconan. Pero,
han aprendido a instrumentalizar los sentimientos patrióticos de la gente que,
en esto de los sentimientos, a veces, la razón y la racionalidad no encuentran
lugar. Sin embargo, si hay que atacar y la gente se enfrenta unos con otros, con
violencia, no irán ellos al frente. Sino los tontos de siempre.
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