Nunca se había a visto cosa así; ni las manifestaciones por
la autonomía, ni contra el trasvase, ni contra la guerra, las anti OTAN o la
que se realizó por los atentados de ETA en Zaragoza, por hablar de las que se
consideran un hito en cuanto a participación y que se hablaba de 20.000,
30.000, y a veces hasta 100.000 participantes. La manifestación del día 8 de
marzo, día de la mujer trabajadora, no tiene precedentes. No se cuanta
participación darán los contadores oficiales, que siempre cuentan según quien
se manifiesta, esta vez media Zaragoza estaba en la calle.
Ya por la mañana se notaba que sería concurrida; las
diversas concentraciones que se realizaron en diferentes partes de la ciudad
fueron desbordadas por multitud de personas, la mayoría estudiantes, que
terminó en una gran manifestación.
Hay quienes creen que todo esto del feminismo es producto de
un poder factico o lobby feminista (elitista le llaman). Pero esta conciencia
de igualdad de la mujer respecto al hombre (que lógicamente es ideológica pero
racional y democrática), viene gestándose desde hace décadas; comenzó cuando el
movimiento sindical elevó a la categoría de martirio la trágica muerte de
decenas de mujeres que trabajaban en régimen casi de esclavitud en los albores
de la industrialización capitalista (de ahí que se conmemore en esta fecha),
más o menos trabajaban, aquellas mujeres, como están trabajando ahora,
especialmente la mujer, en muchos países en vías de desarrollo.
Siguió con las sufragistas burguesas de los países más
avanzados que reivindicaban el sufragio universal también para ellas y no solo
para los hombres. Siguió con el trabajo a veces callado, silencioso e invisible
(y lo conseguían a base de cabezazos y renuncias), de muchas que querían entrar
en la universidad y en trabajos especializados; en la reivindicación del
derecho al aborto, a ser elegidas parlamentarias, a no depender de sus maridos
para ejercer su profesión o poner un negocio, etc. Fue cortado el camino hacia
la igualdad radicalmente con el golpe fascista del 36 que quiso volver a la
edad antigua la situación de las mujeres en España donde estaba floreciendo
uno de los movimientos feministas más avanzados de Europa con la organización
libertaria de “Mujeres Libres”.
Después vino el feminismo de los años 80 y 90 del siglo
pasado, tan denostado y ridiculizado por los intelectuales orgánicos y la
derecha casposa de este país.
Hay tres cosas que ha contribuido a que este fenómeno haya cogido
semejante fuerza últimamente: la primera, la criminalización, a veces solapada,
pero otras no tanto, de los estamentos judiciales y policiales que atribuye a la mujer las escandalosas muertes y violaciones que sufren como si ellas tuvieran la
culpa de ser muertas o vejadas por salir a divertirse a deshora, romper el
contrato matrimonial si ya no le interesa o relevarse contra los malos tratos
de maridos, novios o amantes perturbados. La segunda, porque la igualdad en
trabajo y salario, respecto al varón, no se da en la práctica. En la situación
de crisis en la que estamos y de aumento de la conciencia feminista, esto se
torna en una situación explosiva. Si, ya se que entre los hombres tampoco se da,
incluso estamos retrocediendo con las dobles o triples escalas salariales para el mismo trabajo y en la
misma empresa; pero en lo que se refiere a género, la mitad femenina ya no está
dispuesta a ser diferente al varón, al menos en su estatus y reclama algo que
debería ser normal en un país moderno y civilizado; “a igual trabajo, igual
salario”.
La tercera es la que padecen tantas mujeres a las que no se les ha valorado su trabajo por no ser productivo aunque cumple una función social de primer orden y que después de no haber trabajado mas que en el hogar o haber dejado el trabajo para cuidar al marido, a los hijos y mayores se encuentra sin pensión o con una pensión de viudedad ridícula, muchas de ellas debajo del umbral de la pobreza.
Así que en esas estamos; es un fenómeno que en España
aparece con esta eclosión por los años perdidos a la fuerza y por la reminiscencia,
en gran parte de los varones, de lo peor del pensamiento y las actitudes
machistas que ya tenían que haber desaparecido. En los países en vías de
desarrollo, que son la mayoría (y la situación de la mujer está todavía en la “Edad
Media”), la cosa puede ser espectacular y será causa de fuertes conflictos
sociales, sobre todo en los países musulmanes en los que se esta reprimiendo
por la fuerza el avance de la mujer. El rebote será de órdago.
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