Hoy me voy a poner
pedante y pseudo-filosófico, que es lo único que me puedo poner, puesto que no
soy filósofo, o séase, solo “enteradillo de pueblo, de bar y de Wikipedia.”
Reforzado mucho últimamente por Facebook, Wasap y otros medios digitales.
Hablare pues de la libertad, antes de que me la quiten.
Alguien dijo que
uno de los fundamentos de la libertad consiste en poder hacer mal uso de ella.
¡Es verdad! Si no podemos hacer mal uso de ella, ¿para qué queremos la
libertad? Es la propuesta del demonio a Adán y Eva que vivían en la inopia de
paraíso; estaban bien allí, sí, pero porque no tenían EL CONOCIMIENTO. Eran
gregarios, todavía mamíferos (posiblemente de alguna especie de primates) con
un intelecto muy limitado. No sabían lo que era el pecar y el placer que da el
vicio y el saber las cosas (aunque solo fuera para criticar y chismorrear),
vamos, que la “alparcería”, lejos de ser un mal es una virtud que desarrolló
enormemente el intelecto; La primera actitud crítica de los humanos. Por eso el
demonio les enseñó el “Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal” y les ofreció comer del fruto
prohibido, que es una metáfora, aunque los fundamentalistas bíblicos lo
interpretan literalmente.
Tentaron a que lo
hicieran, los demonios, unas potencias super cósmicas encargadas del desarrollo
humano (como nosotros estamos encargados de los reinos animal y, sobre todo del
vegetal), y enfadó enormemente a los Arcángeles, guardia pretoriana de Dios,
con su capitán general, San Miguel, a la cabeza, que envío a los diablos (dicen que
eternamente, aunque hay diferentes teorías) fuera del cosmos celestial, o sea,
al Inframundo, Hades o Infierno (según quien lo cuenta).
Al no haber
ponderación entre el desarrollo intelectual y el moral, hemos avanzado mucho en
inteligencia, pero poco en moral y, a veces, nos vamos de “chaveta” y si no nos
aprueban los profesores en el instituto, pues a lo mejor cogemos un fusil de
asalto y matamos al profesor, a los alumnos y al personal que se nos ponga por
delante y sale el presidente de Estados Unidos que dice que lo que hay que
hacer es que los profesores de instituto lleven armas tambien para abatir al
alumno frustrado y asesino que le dé por ahí; lo que la inteligencia de algunos
humanos tampoco ha avanzado mucho (pero es cuestión de opiniones). Por eso la
libertad ha creado a lo largo de los siglos grandes dilemas.
Pues decimos que
la libertad de uno termina donde empieza la libertad de los demás o que mi
libertad termina donde empieza la del otro, pero son frases raras por más que
parezcan brillantes, pues nadie, más que los muy dogmáticos, sabe exactamente
cuál es ese lugar donde termina la libertad de uno y empieza la del otro, y
mucho menos quién y cómo fija ese límite. Parece fácil pero no se ha resuelto. Lo
estamos viendo ahora, en las “redes”; están los guardianes de la moral y los
que venden armas de fuego que no saben cómo “coger el toro por los cuernos”. Y
no intento frivolizar con las groserías que se dicen ni con los insultos que se
dan. Pero ya cuando se inventó la imprenta y se enseñó a leer en lengua
vernácula, se empezaron a publicar tonterías, malas novelas, algunas pornográficas,
y a insultar haciendo pasquines (algunos muy malos), que cuando se prohibían
por la censura se hacían clandestinamente. La biblia protestante fue uno de los
escritos más populares, y ahí la tienes, que ya no la leen ni los protestantes.
“No se le puede poner puertas al monte”. A veces se
hace; la Dictadura del general Primo de Rivera (católico, al contrario que el
presidente norteamericano actual que es calvinista), prohibió las navajas mayores
de un jeme, pistolas y trabucos, que no está mal; también prohibió las fallas
valencianas, que ya no está tan bien, me imagino que por hacer fuego en la
calle y sin que viniera a cuento. Son peor, las fallas valencianas, que las
chirigotas de Cádiz, que también se están pasando y no dejan títere con cabeza.
Los procesos de democratización de una sociedad están llenos de excesos,
paradojas, demagogia y todas esas cosas, pero la alternativa es la dictadura o los
totalitarismos (que nadie sabe que son y yo tampoco).
Este fenómeno de
coger un fusil de asalto y ponerse a matar gente en la calle o en un instituto,
va a más y ya empieza a venir también a Europa. ¡Ojo con la libertad! Que se
empieza a insultar por Facebook y Twitter y se acaba matando
indiscriminadamente.
Descanse en paz el
gran maestro Forges, aunque no sabía discernir entre libertad y libertinaje.
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