A nadie se le escapa que de un tiempo a esta parte se
están revolviendo los cimientos de la sociedad que tenemos: quizá la crisis que
estamos padeciendo sea el efecto colateral de ese movimiento. Movimiento que
todavía no sabemos si reformador de un modelo económico ya obsoleto pero con
capacidad de regenerarse o señal inequívoca de una decadencia ya definitiva. Yo
no lo tengo claro. En todo caso la crisis del sistema es muy fuerte y no se
puede seguir como si no pasara nada.
Uno de los efectos demoledores de la crisis es el
impacto negativo que está teniendo sobre lo que se llama “clase media” que ya
todo el mundo reconoce. Pero, ¿qué es la clase media?
La “clase media es un cajón de sastre” donde cabe
todo. Quizá por ello se suele decir en plural: “clases medias”. Un informe de
la banca española nos dice que la clase media (las clases medias), ha perdido,
en este país, tres millones de personas; se supone que debido a la crisis estos
tres millones de ciudadanos bien situados en los estratos medios de la sociedad
han ido a parar a las “clases bajas”, donde van a parar los perdedores que no
saben triunfar según nos dicen los gurús de la nueva economía.
Ya no nos gusta lo de “clase trabajadora”; suena
despectivo. A mí me gusta lo de “clase ociosa” que es con la que yo me
identifico. No me importa que me digan que soy de “clase holgazana o gandula”;
a estas alturas de mi vida ya no tengo complejos de este tipo (de otros todavía
sí). Tampoco se conserva la clase campesina, que todos son agricultores porque
lo otro suena a alparceros o jornaleros del campo, y los pastores son
ganaderos, como los latifundistas de Andalucía; sin embargo, la mayoría de los
agricultores actuales, como muchos industriales y comerciantes, sobre todo de
micro empresas o autónomos, son alparceros y colonos de los bancos, o sea
feudatarios, en régimen de servidumbre de los financieros, que son la nobleza o
clase alta de hoy en día.
También está “la clase política”, pero no es una clase
social, ni siquiera una casta, solo son un destino administrativo al que se
manda a unos cuantos elegidos por la ciudadanía, una función.
En esa función de políticos profesionales hay clases y
tareas, más bien categorías; no es lo mismo un edil de pueblo que no cobra nada
y suele trabajar bastante (y más si son alcaldes), que un senador que es una
función de elite que cobra mucho y no hace casi nada, o es irrelevante su
tarea, pero muy vistosa y protocolaria.
Si nos atenemos a lo que dicen los sociólogos (ver
gráfico), hay clase alta; los que ganan más de 66.000 euros por persona adulta
y año; media-alta, de 36.000 a 66.000; media-media, de 22.500 a 36.000;
trabajadora media-baja, de 13.500 a 22.500; y clase trabajadora baja, menos de 13,500; Dentro de esta última,
también hay categorías: 1º- pobres de primera, 2º- “por debajo del umbral de la
pobreza, que solo tienen paguica social no contributiva, 3º- los que no cobran nada por ningún sitio, que
antes llamaban pobres de solemnidad”.
Asalariados: clase trabajadora baja, 38,8 % de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 26,4 %; clase media-media, 20,8 %; clase media-alta 10%; clase alta, 3%.
Autónomos y empresarios: clase trabajadora baja, 52,1 % de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 33,4 %; clase media-media, 10,6 %; clase media-alta, 5,3 %; clase alta, 09 %.
Autónomos agrarios: clase trabajadora baja, 60,4 de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 21,2 %; clase media-media, 11,8 %; clase media alta, 5,3 %; clase alta, 1,3 %.
Asalariados: clase trabajadora baja, 38,8 % de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 26,4 %; clase media-media, 20,8 %; clase media-alta 10%; clase alta, 3%.
Autónomos y empresarios: clase trabajadora baja, 52,1 % de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 33,4 %; clase media-media, 10,6 %; clase media-alta, 5,3 %; clase alta, 09 %.
Autónomos agrarios: clase trabajadora baja, 60,4 de entre ellos; clase trabajadora medio-baja, 21,2 %; clase media-media, 11,8 %; clase media alta, 5,3 %; clase alta, 1,3 %.
Pero tenemos dos clases que podrían considerarse
clases sociales o categorías más difíciles de establecer: por arriba, una, de
la propia clase alta constituida por las grandes fortunas, a veces imposible el
conocer su capital o parte, pues lo tienen invertido en actividades opacas,
ilegales o delictivas, y por abajo, el lumpen, grupo social formado por los
individuos socialmente marginados, indigentes, mendigos, etc., que es una
categoría peculiar de entre la clase más baja de la sociedad; siempre están ahí
y aumenta en situaciones de crisis.
Cuando iba yo a la escuela, nos decían que en la Edad
Media había las siguientes clases sociales: La Iglesia, la Nobleza, la
burguesía y el pueblo; eso ponía en la enciclopedia escolar; aunque por aquel
entonces habría que hablar más de estamentos e, incluso, de castas como los
hidalgos, moriscos o conversos, heredadas de la antigüedad; tampoco me parece a
mí que la Iglesia constituyera una clase social pues estaba formada por el alto
clero que formaba parte de la nobleza, el clero medio, normalmente bien
alimentado, y la mayoría, que eran del bajo clero, de ayuno y penitencia.
En la Edad contemporánea se hablaba de la gran
burguesía, la pequeña burguesía, el proletariado y el campesinado, con el
lumpen marginal. Sabíamos o nos decían, quien se llevaba la plusvalía, que era
la burguesía, y quien eran los explotados; que eran todas las demás clases
menos la gran burguesía, especialmente el campesinado y el proletariado. En la
posmodernidad ya no se sabe quién se lleva la plusvalía, quienes son los
explotadores, quien es el proletariado o la clase trabajadora, ni nada, pues la
burguesía está que no se reconoce así misma entre unas que triunfan y otras que
van para abajo de la pendiente hacia ser solo clase media o media-media; con
nuevos ricos que vienen de abajo y se llenan los bolsillos, causando la
indignación de las antiguas clases altas, y antiguos ricos en decadencia
económica e incluso moral, que dan pena.
Gran parte de las clases medias están proletarizadas y
algunas (tres millones de individuos), como dicen los informes de los bancos (y
esos lo saben bien), hacia abajo de la “pirámide social”. Mientras tanto entre
las clase bajas predomina el paro (algunos sin prestación ya) y los trabajos en
precario mal valorados y peor pagados, cosa que no es nueva en la historia
aunque se creía superada, con las frustraciones que eso crea y con la
complejidad de que gran parte de individuos de estas clases bajas o
medias-bajas, son seudotrabajadores pues no trabajan porque están prejubilados,
en paro total o parcial o no producen plusvalía pues son pensionistas o
subsidiados, aunque, no nos engañemos; todos pagan impuestos y cotizan (IRP,
contribución urbana o rústica, tasas diversas y sobre todo el IVA de consumo).
Lumpen de un barrio de La Coruña |
De los pensionistas soy pesimistas; ya hace tiempo que
se quiere eliminar de la conciencia colectiva de los ciudadanos su derecho a la
pensión. Y no pararán hasta que lo consigan y nos resignemos los pensionistas.
Los actuales y los venideros.
Trinitat Nova. barrio de clase baja de Barcelona |
Me dejo las clases pasivas (vaya nombre), que creo que
son, en general, los funcionarios; que también son una clase, pero no
social sino funcional, como los políticos, pero con empleo estable y que no son
pasivas porque trabajan; Pronto serán el objetivo a liquidar a medio plazo, pues serán sustituidos (lo están siendo ya), por asesores, empresas de gestión amigas de los que gobiernan y enchufados puestos a
dedo por los partidos políticos.
La crisis económica de esta década pérdida para Europa y para
los europeos ha dejado indicadores sociales contundentes, y alguno parece
irrecuperable. El último, ofrecido en un informe de la Fundación BBVA y el
Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, indica que la clase media
en España se ha adelgazado nada menos que en tres millones de personas. Como es
lógico, la causa de que tantos españoles hayan perdido su posición relativa
respecto al conjunto de la sociedad radica en la pérdida del empleo y, como
consecuencia, de unos ingresos regulares y suficientes. En el periodo de tiempo
estudiado en el informe la tasa de paro creció del 7,9% en el mes de julio del
2007 al 26,9% en el punto culminante de la crisis, durante la primavera del
2013. Quizás estos ciudadanos no estén en emergencia social, o no todos, pero
desde luego han sufrido una devaluación tan súbita y contundente que será
difícil que se recuperen en un plazo corto, por lo que seguirán siendo
necesarias medidas de apoyo para estas familias depauperadas. El Economista.
Según el
informe de la Fundación BBVA y el IVIE, la renta media disponible de las
familias pasó en el periodo contemplado de alrededor de 28.000 euros en 2007 a
22.000 euros, y las personas que se consideraban de clase media bajaron del
60,6% al 52,3%, lo que supone unos tres millones de ciudadanos. El Banco
Mundial ha utilizado el concepto de "vulnerables" para referirse a
aquellas personas o familias que un día se sintieron parte de la clase media y
que la crisis económica ha bajado de escalón. Son clases muy móviles. En el año
1997, el gran economista Rudi Dornbusch, profesor del Instituto Tecnológico de
Massachusetts, ya desaparecido, publicó un artículo de referencia titulado "Bye,
bye, middle class", en
el que preanunciaba lo que podía suceder, mucho antes de la llegada de la Gran
Recesión. Este texto se olvidó en sociedades como las de algunos países del sur
de Europa, España entre ellos, y buena parte del continente latinoamericano, en
donde las clases medias emergieron con fuerza durante la parte alta del ciclo
económico. El artículo de Dornbusch ha vuelto a ponerse de actualidad, pero lo
más lacerante de la cartografía social está más abajo: en ese casi 40% de la
población de clase desfavorecida que vive "situaciones de pobreza y
exclusión que hace unos años parecían desterradas de nuestra sociedad. El País.
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