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A
vueltas con los mitos nacionales, esta vez los nombres de la antigua Corona de Aragón, y ya que viene la Diada y aunque sea meterme donde no me importa, pues recibo muchos correos incluso recogidas de firmas a favor o en contra de
diversos nombres que aparecen en las escuelas o libros sobre el antiguo dominio
feudal de los reyes de esta corona mediterránea: Corona Catalano-aragonesa,
Confederación Catalano-aragonesa; reino, unión, etc...
Uno
de los defectos que corrompen estos debates es que tendemos a interpretar lo
que era un régimen señorial del medioevo con un sistema moderno de régimen burgués
como el actual. En la época antigua no existían los estados como los conocemos
actualmente, ni las naciones. No tenían, ni de lejos, el significado que le
damos ahora. Las regiones o territorios autónomos tampoco. Sin embargo los
nacionalistas y regionalistas de todo pelaje reivindican la antigüedad de su
nación o región como si existieran desde tiempos inmemoriales; como si nuestros
bisabuelos o ancestros que vivieron por estos lares, tuvieran los sentimientos
patrióticos que tanto nos conmueven ahora o se emocionaran con estas cosas. Los
campesinos, colonos o siervos, que eran la mayoría de la población, desde luego
que no. Los aristócratas tampoco; los hidalgos e infanzones, tenían un
sentimiento de casta, no nacional.
Solo
los menestrales, artesanos, comerciantes, es decir, la burguesía emergente de
las ciudades o burgos, empezaban a desarrollar una conciencia popular diferente
de la nobleza dominante, que con el tiempo, en el siglo XIX, perfilaría el
sentimiento nacional patriótico, que en España fue Españolista y liberal a
partir, sobre todo, de la Guerra de la Independencia, teniendo como referente
principal esa guerra de liberación o “de la Independencia” contra los franceses
y la constitución de las Cortes de Cádiz.
A
pesar de la oposición de los absolutistas, defensores del antiguo régimen semi-feudal,
el sentimiento nacional español se fue imponiendo en la población en muy pocas generaciones.
A mediados del XIX este ya era muy fuerte en la población, incluida la población
de ideas tradicionalistas, aunque dividido entre los que apostaban por un
estado unitario (Partido Moderado, Partido Progresista y demócratas unitarios posibilistas
de Emilio Castelar) y los que apostaban por un estado federal (Partido Demócrata
Federal de Pi Margall y cantonalistas).
Los
reaccionarios carlistas (que eran antinacionales), se fueron volviendo
españolistas regionalistas, así como los agrarios y católicos-sociales (democratacristianos)
y la Lliga Catalana que provenían, muchos de ellos, del carlismo. De entre estos, en las
vascongadas, surgió el nacionalismo vasco (antagónico del español), que fue
profundamente reaccionario y en Cataluña, tras el fracaso del federalismo
apareció en el centro-izquierda cada vez con más fuerza, el nacionalismo catalán
(antagónico del español también), y así hasta hoy. En el resto de España no
hubo nacionalismos dignos de tal nombre, aunque al movimiento cantonalista
federal y otros movimientos federales y confederales de la Izquierda de
aquellos tiempos (que todavía no se llamaba izquierda), se les quiere convertir
hoy en día como movimientos separatistas. Eso no es cierto, salvo algún grupo
marginal o testimonial sin arraigo en la población. El cantonalismo fue una
expresión del liberalismo demócrata exaltado federal (intransigentes) que luego
heredaría, en parte, el anarquismo español.
No
está claro que lo que se llama nacionalismo aragonés, como el que defiende la
CHA; el gallego o el canario, sean en realidad nacionalismos periféricos no
españoles, porque para que un sentimiento nacional lo sea de verdad, tiene que
ser antagónico de otro; eso de la “nación de naciones” no es coherente. La UE
no es una nación por muy unida que esté; el día que sea una nación, las
naciones actuales se convertirán en regiones, cantones, provincias o estados
federados; pero eso es algo que no lleva camino de que pueda darse tal y como
están las cosas. Los sentimientos nacionalistas son excluyentes entre sí,
exclusivistas. También ha surgido un nacionalismo andaluz, pero la inmensa
mayoría de andaluces se considera español, claro que la minoría de
nacionalistas andaluces dirán que es porque la mayoría de españolistas están tontos,
alienados o enajenados que es lo que solemos decir de los que no comparten
nuestras ideas.
Sean
idealismos regionalistas o nacionalistas, se crean toda una serie de mitos y
leyendas que se convierten en verdades históricas absolutas para su legitimidad
en la población.
Eso
es lo que hizo el nacionalismo español, liberal y progresista en su origen, no
lo olvidemos, aunque la izquierda actual no lo quiera reconocer (causando una
desconexión bastante grave -digna de estudiar-, con sus bases sociales
populares que siguen siendo españolistas) y los nacionalismos vasco y catalán
hacen lo mismo: ¡mistificar la historia, crearse mitos que consoliden una
conciencia de identidad colectiva (“identitaria”, que se dice ahora) y contar ficciones
que al final se las creen los mismos que las cuentan!
Esto
no es malo en sí mismo, pues todos los procesos de identidad colectiva son
necesarios para que cualquier grupo humano sea de tipo territorial, religioso,
de clase social o de cualquier otra índole consiga autoestima, se afiance,
pueda progresar y se auto-realice. Lo hacen todos que han triunfado, o lo han hecho, luego tampoco
nos rasguemos las vestiduras cuando vemos que otros sentimientos “identitatios”
que no nos gustan, hagan lo mismo.
En
cuanto a lo de la Corona Catalano-aragonesa, ya en el siglo XIX, los demócratas
federales de Cataluña acuñaron la expresión: “Confederación Catalano-Aragonesa”,
pues, aunque los regeneracionistas catalanes eran bastante cultos, esa
expresión venía muy bien dada a la ideología del Republicanismo Demócrata
Federal”, ahora bien, rigor histórico no tenía ninguno. Pero como tantas cosas…
Por
ejemplo, ¿los Reyes Católicos acabaron con el feudalismo como dicen algunos
libros de las escuelas y colegios?, ¿crearon el Estado-Nación? El “semi-feudalismo”
siguió existiendo en España hasta el siglo XIX; Acabaron, eso parece que sí, con
la cruzada en la península Ibérica contra los mahometanos, que llamaban
Reconquista.
¿Y
los Reyes Católicos, unificaron España? Pues unificaron una serie de reinos y
señoríos al unir en matrimonio a las coronas de Castilla y de Aragón (Portugal
se frustró). Pero en aquellas coronas estaban también media Italia, varias
provincias del centro de Europa y las indias; más Canarias y otras. Todo ese
mogollón era el patrimonio de los que ahora llamamos reyes de España. Ese patrimonio
lo legitimaban los notarios con sus escrituras de patrimonio, la bendición del
Papa, que era necesaria e imprescindible, como vimos por la televisión en esa
serie que se llama “Isabel” y por los estamentos representados en cortes o
juntas (como ocurrió con el Compromiso de Caspe), de un entramado parlamentario
muy complejo que no tiene nada que ver con los parlamentos actuales en los que
reside la soberanía popular (al menos en teoría). Entonces la soberanía residía
en el rey.
De
todas maneras, sin esa pareja tan peculiar de Isabel y Fernando, seguramente no
existiría la España actual. Los antiguos territorios de la Corona de Aragón en
la Península, con Baleares, seríamos una nación diferente de la castellana (que
se llamaría Aragó -Aragón- y no Paisos Catalans -Paises Catalanes-) y, como paradoja, hoy los aragoneses del viejo reino tendríamos al catalán
como lengua oficial, aunque la mayoría, en los pueblos del viejo reino de
Aragón conservaríamos el castellano como lengua vernacula, porque esta lengua (a la manera dialectal de
variantes aragonesas), era el idioma que se hablaba en la mayoría de nuestra
región ya entonces; desde antes de la Unión real de las coronas de Castilla y
Aragón.
Bueno,
esto es hablar de lo que pudo ser y no fue, o de lo que podía haber sido. Lo
que fue es que todo desembocó en la actual nación española. Que no les guste a
algunos y se quieran separar, es legítimo y se debería solventar por medios
democráticos, pero no nos inventemos la historia. El sentimiento nacional
catalán, por ejemplo, surge modernamente, en el siglo XX; no es anterior al sentimiento
nacional español, que también es moderno, del XIX. Todos los sentimientos nacionales y
patriotismos periféricos, en España, han surgido con posterioridad al español.
Es
con posterioridad cuando se produce un problema de falta de encaje de Cataluña
en el proceso de formación de la nación española, porque se consolidó un modelo
centralista que marginó y despreció a las lenguas y culturas no castellanas como
si no fueran españolas. El nacionalismo español se atrancó en Cataluña, Vizcaya
y Guipúzcoa; no prosperó porque la mayoría de sus elites económicas y
culturales (mucho más dinámicas, entonces, que en el resto de España), no lo
permitieron; pero si prosperó, por ejemplo en Valencia, en Navarra y en otras provincias
o comunidades a pesar de que también su lengua vernácula era el catalán o
el vascuence.
Hoy
en día en esas comunidades y en el conjunto de España hay una fuerte división,
casi antagónica. De ahí que algunos creemos que solo una solución
auténticamente federal es la que pueden conciliar todas las posturas.
Lamentablemente el modelo federal fracasó en el siglo XIX; los modelos políticos
fracasados tienen muchas dificultades para reaparecer y prosperar y las
posturas están encabronadas entre los unitarios y los separatistas.
Los
unitarios, deberían reconocer que el modelo centralista del Estado español es
inviable, no lo quiere ni la mayoría de los aragoneses o andaluces, a pesar de
su fuerte españolismo, pues se ha consolidado en estas regiones, un fuerte
sentimiento autonomista y anti centralista; avanza entre la población de otras
comunidades como Valencia, Navarra,
Galicia o Canarias diversas opciones: regionalistas, federales o
independentistas también. El derecho de autodeterminación terminará por
imponerse en alguna comunidad como en la de Cataluña,
Los
separatistas, también, si son pragmáticos, deberían reconocer que la opción
independentista, en esta parte de Europa y en el contexto de la UE, es una
aventura de graves e imprevisibles consecuencias, además de enfrentamientos
civiles en su propia población. ¿Qué han ganado los separatistas vascos pro-etarras
después de tanto terror y dolor como han cometido y sufrido también ellos?
Mataron a su ex camarada dirigente "Yoyes" por decir hace años lo que están diciendo
ahora; “para este viaje no eran menester alforjas”, que diría un castizo. Solo
ha ganado la burguesía nacionalista vasca, que ha instrumentalizado a los
etarras para colocarse en un buen lugar dentro de las elites de la oligarquía
española. Lo mismo que pretende la burguesía catalana de CiU. La mayoría del pueblo
vasco, como la del resto, a trabajar, si le dan trabajo, y si no a
pedirlo o ganárselo. No hay otra.
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