sábado, 19 de febrero de 2011

Ensayo: LA BATALLA DE BELCHITE


Aproximación, incierta y superficial, a una visión subjetiva de la historia contemporánea

Pinchar en las fotografías para ampliarlas.

LEYENDA.Fuente: Guisquipedía.
Como consecuencia de la Guerra Civil española el pueblo quedó completamente arrasado, si bien hasta entonces llegó a ser una villa de cierta importancia, albergando hasta dos monasterios y varias iglesias. Franco decidió reconstruirlo justo al lado, dejando las ruinas del pueblo viejo de Belchite intactas como recuerdo de la contienda. Los encargados de la construcción del nuevo pueblo fueron principalmente prisioneros republicanos, para los cuales se habilitó un campo de concentración en las cercanías, cuyos restos aún se conservan, y que permaneció abierto desde 1940 hasta 1945, llegando a albergar a 1.000 prisioneros a cargo de la Dirección General de Regiones Devastadas. Los últimos habitantes del Belchite viejo abandonaron sus ruinas en 1964 para reasentarse en el Belchite Nuevo.  Las ruinas, sin acondicionar para el turismo, son visitadas por más de 10.000 personas al año.



















Es difícil ser imparcial a la hora de interpretar la historia. Según la mayoría de los analistas no debería ser así, ya que nuestro pasado se puede estudiar y por lo tanto –dicen- se puede analizar de manera objetiva y científica, lo mismo que se analiza la estructura orgánica de los materiales. Creo que esa opinión es muy pretenciosa porque luego cada cual la explica según sus prejuicios y sin conocimiento cabal de las cosas. Como dijo el poeta: “Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”

Cuando estudiamos el pasado se puede, como mucho, llegar a conclusiones racionales pero no siempre certeras.

El mito de “Belchite” puede ser de esta categoría, a pesar de que sucedió hace dos días como quien dice. Las divergencias ideológicas, todavía vigentes, enmarañan el caso. Si a eso añadimos que ahora le queremos sacar rendimiento turístico a todo y que, además del nacionalismo español, tenemos distintos nacionalismos periféricos (incluido el aragonés) para contarnos la historia desde distintos puntos de de vista pues, podemos decir las mayores barbaridades que luego harán historia. 

Porque los hechos históricos, por desgracia o por fortuna, son una serie de leyendas basadas en realidades acontecidas en un pasado casi siempre idealizado o aborrecido.

Circulan por Internet muchas cosas sobre Belchite; me han llegado algunas bonitas fotos pero que ponen leyendas de las que se escriben por ahí o salen en la televisión que más parecen estar hechas para atraer turistas que para contar la historia rigurosamente. No estoy de acuerdo con algunas cosas que se dicen, aunque seguramente mi opinión, si soy coherente conmigo mismo, estará también influida por la subjetividad y por mi irracionalidad convulsiva.

Por ejemplo, eso de que en Aragón, durante la pasada guerra civil, había un “gobierno anarquista independiente”: El Consejo Regional de Defensa (Mal llamado por los aragonesistas, Consejo de Aragón a secas.)

Lo de gobierno y anarquista ya suena un poco raro. Es cierto que en los primeros momentos de la Guerra los anarquistas aragoneses quisieron implantar, en el Aragón no ocupado por los nacionales, un cantón comunista libertario y llevar la dirección de la guerra; eso duró cuatro días, durante los cuales se creó un caos muy grande y la realización de bastantes fechorías no atribuibles, en todo caso, a este órgano de gobierno que no controlaba nada sino a los incontrolados milicianos que acudieron desde Cataluña. ¡Ni les pasó por la cabeza, al principio, lo de hacer un gobierno independiente!

Los anarquistas aragoneses negociaron con el gobierno de la República y consiguieron de este el reconocimiento del “Consejo Regional de Defensa” (Hay documentos sobre ello). Entraron a formar parte en él las organizaciones del Frente Popular con presencia en Aragón, y los comités revolucionarios locales pasaron a denominarse “consejos municipales” donde estaban también el PSOE, la UGT, el PC (a través de la UGT) y diversos partidos republicanos. Por lo tanto no era una institución anarquista sino un órgano convencional de gobierno aunque, de acuerdo a la afiliación de cada organización, la CNT-FAI aragonesa era mayoría (no había elecciones en periodo de guerra).

La cosa se complicó porque la Generalitat de Cataluña se atribuía la competencia de controlar y gobernar esta zona de Aragón y se puso celosa; complicado todo ello además porque algunas facciones anarquistas que vinieron de Cataluña no se llevaban nada bien con las aragonesas, pues incluso quisieron atentar contra Ascaso y liquidarlo cuando acudiera a festejar por Samper de Calanda; pero al parecer, Ascaso, tenía un buen servicio de información y no lo consiguieron. 

Los propios anarquistas aragoneses tuvieron encarcelados, en una paridera de Puig Moreno, a dos dirigentes del sindicato de la construcción de la CNT, de Zaragoza, contrarios a la tendencia ideológica de Ascaso a los que acusaban, seguramente sin razón, de ser infiltrados de los fascistas (el sectarismo ha sido y es grande en política). Los liberaron cuando entró Lister a poner disciplina con los métodos del militarismo regular, a ver si ganaban la guerra de una puñetera vez. Paradójicamente, los anarquistas catalanes acusaban a los de Aragón de abandonar los ideales libertarios y no ser coherentes. Parece que, además, el Consejo tuvo problemas con los colectivistas de la Región, mayoritariamente también de CNT-FAI, que mantenían métodos muy autoritarios y explícitos para hacer la ordenación rural y la concentración parcelaria.

Tampoco fue ocupado, Aragón, por el ejército de la República como se dice. El ejército antifascista, en Aragón, nunca dependió del Consejo. Mal podía serlo si el Consejo no tenía competencias militares. De orden público sí, pero no militares.

Lo que ocurrió es que, cuando los anarquistas españoles entraron en declive, el ejército regular desarmó a las milicias de la FAI-P0UM, pero eso ocurrió en toda la España Republicana y, ya de paso, aprovecharon para disolver el Consejo Regional de Defensa que era como un grano que les había salido en el culo a la República, y nombraron para Aragón un gobernador adicto al Frente Popular. 

Ascaso fue detenido, como reza la leyenda que aparece en una de las fotos, acusado de querer mandar, que para un anarquista es lo peor de lo que se le pueden acusar, pero fue liberado a los 28 días y escapó a Francia cuando barruntó que le iban a aplicar la ”ley de fugas”; los críticos, sin embargo, dicen que cuando se exilió se fue con muchas perras y poca vergüenza. Fue expulsado de la CNT. El Pleno Nacional del sindicato lo expulsó, dicen que por “quijotismo” y otros disparates. También se sabe que tenía mucho éxito con las mujeres, y eso da envidia, pues según las leyendas que salen por ahí, tenía novias en todas partes.

Otra falacia en relación a esta historia -esta viene del “campo nacional”-, es esa de que el pueblo antiguo de Belchite fue destruido completamente; es cierto que sufrió una gran devastación, pero no menor que la de docenas de localidades españolas. Solo hace falta mirar las fotografías de la época de Teruel o de pueblos de Guadalajara, Valencia, etc. El Movimiento Nacional aprovecho el despropósito de los republicanos por conquistar Belchite para elevarlo a mito propagandístico de la resistencia numantina contra los rojos y les hicieron un pueblo nuevo. Con lo que costó ese nuevo pueblo podrían haber reconstruido el viejo, que ahora todo el mundo reconoce que era de rico patrimonio. El viejo pueblo se fue derruyendo poco a poco, más por la desidia y el abandono que por las bombas que les habían tirado los rojos. Veremos cómo se mantiene lo que queda. Quizás podría conservarse de cartón-piedra, como en las películas del Oeste que se rodaban en Almería.

En lo que sí que acierta la leyenda de las fotos es en el error de los republicanos en la decisión de atacar Belchite. ¿O no hubo tal error? Las milicias anarquistas eran ineficaces por anarquistas (dicen que se paraban constantemente a fumar y hacer el amor cuando avanzaban hacia Zaragoza), aunque eso lo decían los estalinistas que eran muy serios y rectos y, como no tenían sentido del humor, no les entregaban, a las milicias anarquistas, la munición que venía de Rusia. El ejército regular introdujo la disciplina pero comandado por comisarios políticos autoritarios e inexpertos en el arte de la guerra, obsesionados por conseguir triunfos deslumbrantes que dieran moral a la zona roja que estaba con una población y un ejército popular cada vez más desmoralizados.

Y lo que es peor, había muchos mandos emboscados de los nacionales; esto no era una fantasía de los comisarios políticos (que daban golpes de ciego, inculpando a veces a antifascistas de verdad, mientras comían, sin saberlo, con los verdaderos traidores).

En Samper de Calanda, por poner un ejemplo, hubo un mando republicano especialista en transmisiones, que les pasaba a los nacionales las posiciones de la artillería de allí a Quinto. Así que la aviación enemiga no dejaba batería sana.

Cuando acabó la guerra se le vio por el pueblo, a donde acudió a celebrar la primera comunión de su hijo. Solo que ahora sus amigos eran otros.

Belchite se ha popularizado también porque varios científicos de esos que hacen sicofonías han logrado grabar con instrumentos de última tecnología, precisión y gran sensibilidad, ruidos de bombarderos de la época, los tic-tac de las ametralladoras y de los mosquetones; cañonazos, también de la época; gemido o chemecos, como decíamos por aquí; órdenes de mando, etc.…, lo hemos visto y oído en documentales por la televisión, todo con gran realismo.

Parece que las almas de los que murieron, no se han enterado de que acabó la guerra y de que los rojos y los nacionales, en la actualidad, se turnan y gobiernan España cada siete u ocho años (más o menos, Dios mediante). Como son espíritus atormentados y  están en el Purgatorio o algo así, no mueren de verdad pues no tienen ya cuerpo mortal, y vuelven y vuelven a luchar y a sufrir sin remedió.

No está bien que nos recreemos con este espectáculo tétrico e inhumano; debería ir el cura de Belchite, si es que todavía hay cura en el pueblo, a echarles agua bendita y un responso para que sus almas descansen en paz de una vez y que se fueran cada unos por su lado. Los nacionales a vivir la paz de las montañas nevadas y celestiales, y los rojos a gozar del fuego eterno de los placeres mundanos e irredentos. Es cruel que los turistas vivos nos recreemos con los muertos atrapados -sus almas o espíritus astrales- en un espacio inhóspito de otra dimensión planetaria. Antes con estas cosas había más respeto; de vivos nos matábamos, eso si, pero a los muertos se les dejaba en paz.

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