martes, 1 de abril de 2014

ArtiCulo: Costumbres sobre la Semana Santa del Bajo Aragón


PUBLICADO POR PRIMERA VEZ, EL 18 DE ABRIL DE 2009.
Con mi tambor voy tocando
"la Raspa" y la "Palillera";
"la Diana", "las Imagénes",
"la Jota" u otra cualquiera.

     Hay ritos y costumbres que parecen ancestrales pero, en realidad, son modas pasajeras. Sin embargo, cando una moda arraiga y se convierte en rasgo o distinción de una comunidad es muy difícil de desarraigar y parecería que hubiera existido desde la más remota antigüedad.

        Así ocurre con nuestra Semana Santa Bajo Aragonesa, su historia es mitológica a pesar de que no debe tener muchas centurias. Bien es verdad que algunos remontan su antigüedad a la Edad Media o, incluso, a tiempos de los celtíberos (pienso que con escaso rigor). Suele pensarse, también, que las costumbres, precisamente por ser costumbres, son inalterables; sin embargo quienes hemos vivido con gran intensidad emocional la Semana Santa desde la niñez, y si somos objetivos, habremos observado que nuestra Semana Santa a cambiado o evolucionado de manera considerable en las últimas décadas.
     Tampoco podemos decir que había o hay una misma pauta de comportamiento o de estética; en los pueblos de la Ruta existen costumbres que parecen antagónicas o, cuando menos, contradictorias: en la Puebla rompen la hora sin túnica, los de Calanda lo hacen al medio día de Viernes Santo, en Hijar marginan a las mujeres, o lo hacían hasta hace poco. Los de Alcañiz no Rompen la Hora ni usan el bombo; en Andorra no les veo el tercerol o en Alcorisa, Calanda y Alcañiz no usan la túnica de color negro. Parece que la Semana Santa experimentó muchos cambios a lo largo de los últimos siglos, así como reglamentaciones y restricciones sobre los excesos de los penitentes o de los actos profanos; la costumbre de tocar el tambor fuera de los rituales religiosos sería, posiblemente, una licencia permisiva y tolerante hacia los cofrades que habían participado en los autos sacramentales. Durante el siglo XX se introdujeron barroquismos que no eran propios de estos pueblos como los capirotes con colores ajenos a nuestra Pasión, las manolas o los pasos con ruedas; van
desapareciendo las peanas, con alguna excepción como el Nazareno en Samper y también la escenografía con personas, salvo los alabarderos y los penitentes con túnica, tercerol y percusión; estos últimos aumentan sin límite debido a que el toque del tambor y el bombo pasaron a ser la primera expresión de la Semana Santa Bajo Aragonesa. No ocurrió lo mismo, por ejemplo, con las carracas que desaparecieron. Solo quedan algunos autos sacramentales renovados como el "Descendimiento", que se recupera en Samper o la "Representación de Alcorisa". En las últimas décadas, en cada uno de nuestros pueblos, la Semana Santa a experimentado una profunda transformación no solo estética y formal, sino también de contenido de valores, aunque conserva, eso si, el imperativo emocional que siempre tuvo y que es difícil de explicar de manera racional.
      Cuentan las crónicas que la Semana santa piadosa la
promovieron las órdenes mendicantes o las de caballería; parece que el Vía Crucis representaba el camino que debería recorrer la humanidad hasta su redención, simbolizado por la figura idealizada de Jesús, el Nazareno, en su ascenso y crucifixión en el Calvario. La escenografía de los autos tenía una finalidad sacramental, pedagógica, de purificación y de penitencia; hoy la finalidad de su escenografía es de promoción turística aunque puede que conserve todavía, para muchas personas piadosas, una motivación de pasión religiosa. Pero hay un fenómeno nuevo, paralelo a la Semana Santa, que se extiende a lo largo de todo el año; está centrado en actividades lúdicas, recreativas, de iniciativa turística y de ocio, que dota a la Semana Santa actual de una dimensión nueva que no nos la
podíamos imaginar hace unas décadas: exhibiciones con otras cuadrillas o cofradías, encuentros entre localidades con tradición en el toque del tambor y bombo; participación en eventos como las Olimpiadas de Barcelona o la Expo de Zaragoza; En programas televisivos frívolos como, "Un, dos, tres, responda otra vez". Se participa, también, en actos polémicos, por lo que pudieran tener de partidarios, como el recibimiento que se le hizo al anterior Papa Pablo VI con motivo de su visita a Zaragoza hace años o esa tendencia de algunos grupos o cofradías, sobre todo de Zaragoza, a intervenir en manifestaciones políticas, en pregones de fiestas o desfiles diversos.
      Una evolución curiosa, como esa "Rompida de la Hora" que
se hizo en Teruel, en la plaza del Torico con tapas y descorche de botellas, creo que con motivo del "Día del jamón", totalmente fuera de contexto, pero que ha sido superada con creces por otras manifestaciones y exaltaciones "semanasanteras" como la de los Encuentros Nacionales o la de los pueblos de la RUTA. Hace no muchos años, se consideraba tabú el tocar el tambor de manera ordinaria o procesional, fuera de la fecha en la que se conmemoraba cada año la
muerte y resurrección de Jesucristo. Existía la salvedad en los ensayos o, en
los últimos tiempos, en competiciones y exhibiciones; ni la imaginación más exaltada hubiera previsto que, en Hijar, se realizarían por sus calles rondas de cuadrilleros y cofrades en días ajenos a la Pasión o que veríamos mujeres tocando el tambor por la Calle Mayor de esa Villa. Pero eso es así, además muchos pueblos de Aragón e incluso en la capital, Zaragoza, están copiando a su manera la Semana Santa del Bajo Aragón y la mayoría de la población aragonesa asume ya este fenómeno como una seña de identidad colectiva regional.
      La Semana Santa no es tan uniforme; en ella convergen tradiciones y modelos diferentes. Queda, sin duda, algo de
aquella Semana Santa mística de inspiración platónica y agustiniana; no se si queda algo de la integrista, que intentaba aminorar toda manifestación de religiosidad heterodoxa o de fervor profano; está la Semana santa laica, de diseño, institucional y turística de la Ruta; ha surgido con mucha fuerza la recreativa y cultural, que practican durante todo el año las asociaciones y cuadrillas más vinculadas al pueblo y que es quizás la más
creativa, y está la hedonista; la de toda aquella gente que solo ve en esos días (o en los que caigan) un motivo para divertirse como si fueran las fiestas mayores; una expresión semanasantera, esta última, que ha pasado de ser marginal, antaño, a cobrar cada vez mayor amplitud.
      La verdad es que la gente se lo pasa bien y ya tenemos varias semanasantas al año. No sabemos en donde desembocará todo esto; los partidarios del ritmo, del mestizaje cultural, de la economía turística y de la de consumo, están ilusionados; los puristas, entre los que me encuentro, que somos algo aguafiestas, estamos un poco descolocados. Sin
embargo la inmensa mayoría parece estar feliz y es lo importante. La Ruta del Tambor y Bombo le dio un impulso definitivo a la lánguida Semana Santa de los años sesenta del pasado siglo. Cuatro cosas muy diferente contribuyeron a ello, primero: el conservador señor Laborda, que se empeñó en mantener la tradición cuando la Iglesia de la época no entendía la cosa; segundo: el heterodoxo señor Buñuel, que le dio a la fiesta un aire de antropología "progre", de contracultura surrealista y moderna; tercero: el cambio del predominio religioso por otro de naturaleza turística y de consumo, y cuarto: las ganas de "marcha palillera" que tienen las generaciones actuales. Si no es por estos cuatro elementos, esta
peculiaridad tan nuestra, a pesar de que era sentida muy emocionalmente por el pueblo llano, habría desaparecido, pues las motivaciones por las que surgió se estaban volviendo anacrónicas a finales del siglo XX. Y como dice el dicho: "lo que no se renueva, se muere".
Pincha para ver: PROCESIÓN DE LA BAJADA DE LAS IMAGENES DE SAMPER DE CALANDA. 
Pinche aquí para cceder al enlace de Foro-Ciudad de Samper de Calanda, y el debate sobre la Semana Santa (cada uno que escribe tiene un diferente punto de vista), luego el mio es uno más con el que, seguramente, mucha gente no estará de acuerdo. Faltaría más.

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