José Luis Melero |
Involucrado en diferentes movimientos culturales aragoneses desde la juventud, en 1977, siendo universitario, colaboró en la puesta en marcha del Rolde de Estudios Aragoneses, que después de 46 años se mantiene vivo gracias a las cuotas de sus 500 suscriptores. Hasta hoy ha publicado una veintena de libros y colaborado en más de un centenar de obras. José Luis Melero aboga por la actualización de la jota para su supervivencia y prepara ya su próximo libro: una recopilación de sus últimos artículos publicados en prensa.
¿Por qué esa fascinación por la cultura aragonesa?
Me interesa la cultura en general, de ahí que mis
libros versen al cincuenta por ciento sobre cultura aragonesa y sobre cultura
española. En cuanto a la cultura de aquí, de nuestra tierra, creo que los
aragoneses nos tenemos que preocupar y ocupar de nuestras cosas; nadie va a
venir de fuera a cuidarla por nosotros. Tengo un firme compromiso por sacar a
la luz todo aquello que tenga que ver con la cultura de mi tierra: la política,
la jota, la historia, la fotografía, la tradición, el folklore. Es una forma de
ponerla en valor y de mantenerla viva.
Vivimos en la sociedad de la inmediatez y en un
momento en el que la movilización social, desde el sector más joven, no es tan
potente como lo fue en su época, ¿cree que afectará este nuevo modelo de lucha
social al mantenimiento y futuro de la cultura, especialmente en Aragón?
Estamos en una sociedad que quizás se movilice menos
de lo que lo han hecho otras, eso es cierto, pero también creo que siempre
habrá personas que se interesen por la cultura. Yo vengo de un tiempo en el que
España estaba por hacer; después de la dictadura había que crear un espacio
democrático. Ahora, con una democracia ya consolidada, la sociedad es más
aburrida porque no precisa de héroes o de personas que entreguen su vida para
salvar el país. Esto hace que la movilización cueste más, así como trabajar por
el común, por tus conciudadanos y por el territorio que te rodea. Pero como ya
he dicho, estoy convencido de que habrá gente joven que, aunque no necesite ese
punto de entrega que hubo en mi generación, sí que tendrán interés por mantener
viva la cultura aragonesa. Quedan muchas conquistas sociales por conseguir.
La jota es una manifestación cultural aragonesa muy
importante y su relación con ella, como es bien sabido, es muy especial, hasta
el punto de formar parte del jurado en el Certamen Oficial. ¿Qué significa para
usted este evento anual?
Siempre me ha gustado escuchar la jota, forma parte de
la cultura de Aragón y es verdaderamente especial e importante para mí poder
formar parte del jurado desde el año 2005. El Certamen Oficial de Jota es un
baluarte, lleva celebrándose 137 ediciones, es el Mundial de la jota, y debemos
cuidarlo y mantenerlo no solo por su pedigrí, sino porque por él han pasado las
mejores voces de Aragón.
Las coplas que acompañan a los estilos en la jota, en
ocasiones, pueden generar desapego social, ya que las personas que las escuchan
no se sienten reconocidas en ellas porque hablan sobre temas que no pertenecen
a esta época. ¿Se está haciendo algo por solucionarlo?
La jota, como todo en la cultura, es reflejo de la
sociedad del momento. Consciente de esa situación de la que usted habla, cuando
entré a formar parte del jurado del Certamen Oficial de Jota solicité que en
las bases se valorara la recuperación de coplas antiguas y también la
aportación de nuevas composiciones. Desde hace unos años, en los escenarios
hemos podido escuchar ya algunas coplas que han reflejado los problemas de la
época; como el volcán de la Palma hace dos años, o las coplas de protesta que
se escribieron y cantaron con motivo del cambio de ubicación del Certamen del
Teatro Principal de Zaragoza al Auditorio. Cada día se tendrán que hacer más
coplas de este tipo, porque con la jota puedes cantar al amor, al dolor, a la
guerra, a la paz, dar ambiente de juerga en una ronda, o reivindicar un
problema social. La jota, gracias a sus muchos estilos, permite que las letras
se adecúen a casi todos los escenarios que podamos imaginar.
¿Qué no perdonaría José Luís Melero en la
interpretación de una jota?
Me molestan las letras que faltan al respeto, las que
intentan politizar o las que no dicen nada como 'Patria y Virgen es mi lema,
Patria y Virgen mi cantar'. Hoy en día casi nadie diría que ese es su lema de
vida. ¿Sólo la patria y la Virgen interesan? ¿Ese es el lema por el que se rige
la vida de quien la canta? Eso no hay que cantarlo porque es una antigualla, y
si lo que queremos es acercar la jota a la sociedad de hoy en día, si queremos
que sea moderna y que nos sintamos reconocidos en ella como arte popular que
es, tenemos que dejar de hacer apología de la ideología de cada uno. Hay
millones de coplas recogidas en cancioneros en los que podemos encontrar letras
que no molestan a nadie. En algunos concursos de jota, en algunos festivales,
nos seguimos encontrando con cantadores y cantadoras que interpretan coplas que
se escribieron en plena Guerra Civil; letras compuestas en el fragor de una
batalla o para ser cantadas en mítines políticos. Esas coplas no tienen ni
lugar ni sentido más de 80 años después.
¿Por qué sucede esto? ¿Se está trabajando de alguna
manera en ello?
La mayor parte de las veces sucede por
desconocimiento. En las últimas décadas se ha hecho mucha pedagogía en la jota,
pero siguen faltando profesores que tengan el conocimiento necesario sobre la
procedencia de las letras para que la jota se vaya adaptando a los nuevos
tiempos y, sobre todo, para dejar de interpretar para el público generalista
las coplas que puedan llegar a molestar. En un auditorio, hay entre el público
que escucha personas de toda clase, condición y creencias, y lo importante es
ser respetuoso con todos, hay que procurar cantar a lo que nos une, que es
mucho, y no a lo que nos desune.
Después de tantos años viendo pasar por el escenario del Certamen Oficial de Jota, y por las pruebas de selección a miles de joteros y joteras, en muchas ocasiones interpretando la misma copla y el mismo estilo, ¿sigue siendo capaz de sorprenderse?
Sigo siendo capaz de sorprenderme, de aprender cosas
que desconocía y me sigo emocionando cuando escucho cantar una jota. Hay veces
que me tengo que retener porque me levantaría a aplaudir y a vitorear con
algunas interpretaciones. En cada certamen, descubro siempre alguna una
variante de los más de 150 estilos de jota que existen que no había escuchado
antes. Vibro con la jota y nunca me aburro porque no hay dos interpretaciones
ni dos voces iguales. La jota es arte, arte popular, y en el arte absolutamente
todo es siempre distinto.
Si le dieran a elegir, ¿qué valora más, una buena voz
o una buena interpretación?
Lo bueno sería que se dieran las dos circunstancias, pero
a veces las personas que interpretan, que dicen la jota con gusto y con cariño,
no tienen grandes voces, y al contrario. Personalmente yo prefiero una jota que
me llegue al corazón, que me emocione y me haga sentir y vibrar, y valoro más
eso que una jota cantada con mucha voz o con tonos altísimos, pero que no me
transmite nada. La jota debe decirse bien.
Y precisamente la jota es la protagonista de uno de
los últimos libros en los que ha colaborado.
Se trata de una colección de fotografías desde el siglo
XIX hasta la actualidad, procedentes del archivo fotográfico de Heraldo de
Aragón, y tomadas por fotógrafos aragoneses. En este caso he ayudado haciendo
de asesor documental y he escrito un texto que acompaña a esas imágenes. Ha
quedado un libro precioso, que incluye fotografías en blanco y negro y color, y
otros textos de Antón Castro y Mariano García, además de unas coplas de Miguel
Ángel Yusta. Es una recopilación del folklore aragonés en fotografías que queda
para el estudio de otras generaciones y que recoge a estrellas de la jota como
Pascuala Perié, Felisa Galé, Maria Pilar de Lasheras, Mercedes Soro, Maruja
Santafé, Encarna Pastor, Pilarín Bueno, María Ángeles Genzor, Begoña García
Gracia, Inés Martínez Fabre, Yolanda Larpa, Sonia Platero, Beatriz Bernad,
Elena Casaña, Ana Belén Montorio, Lorena Larrea…, cantadores de la talla de
Cecilio Navarro, José Oto, Juan Antonio Gracia, el Pastor de Andorra, Jesús
Gracia, Mariano Arregui, Vicente Olivares, Nacho del Río, Roberto Ciria, Luis
Arellano, Alfredo Val, Jesús Gimeno, Fernando de la Natividad, Sergio Sanz
Artús… y bailadores como Carlos Gil, Alfonso Zapater Cerdán, Francisca Zapater,
Andrés Cester Zapata, Miguel Ángel Berna, Juan Labrador, Ignacio Laborda, Ramón
Artigas… Y también músicos como José Luis Muñoz o estudiosos como Demetrio
Galán Bergua.
¿Nos podría hacer un adelanto del próximo libro en el
que está trabajando?
Voy a sacar un libro al año que viene que recopilará
mis textos publicados en prensa en los últimos años. Artículos en los que hablo
de literatura, de escritores raros y curiosos, de lecturas de libros y de temas
relacionados con la literatura más suburbial.
Por último, en su mente, ¿deja de escribir en algún
momento del día?
Creo que siempre estoy escribiendo. Llevo conmigo una
libreta porque a veces se me ocurre una frase redonda y tomo nota, y también
grabo ideas con la grabadora del móvil para no olvidarme.
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