Serie de 8 recorridos por nuestro monte enseñándonos los balsetes y otros humedales que aparecerán periódicamente en este blog.
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Con las nuevas llivias |
Autor: Miguel Abós Bes.
Grupo de amigos de los balsetes de Samper de Calanda; José Insa Fandos, Leocadio Marín Mateos, Ángel Cortes Plá, José Albaiceta Martín, Miguel Abós Bes.
Mas de Blas
Balsete de los Lobos
Distancia: 7,5 km.-
Duración: 2 h y 5 minutos.-
Dificultad: Baja
Salimos
con el coche desde Samper de Calanda hasta el Balsete de las Corralizas de
Pataco; actualmente repasado con cemento por la Sociedad de Cazadores con
objeto de rellenar con agua durante los calurosos y secos meses de verano.
(Distancia 12,8 km desde el pueblo).
Preparadas
nuestras mochilas con agua, algo de comida y prismáticos, comenzaremos el
itinerario, para elegir, a unos 300 m, un camino a la derecha, el Camino de
los Forcallos, en ligera pendiente al principio, pero que poco a poco se
transforma, discurriendo por terreno rocoso a ambos lados y bastante empinado.
A los 14
minutos de iniciado el recorrido se encuentra un Mojón con Alcañiz, que tiene
en una cara la “caña” (símbolo de Al-cañíz) y en su base 1859.
Vamos a caminar un trecho por territorio
alcañizano.
Luego, podemos caminar por una senda para BTT, pero también
se puede seguir por el camino e ir atentos, pues si nos despistamos acabaremos
en campos de cultivo y tendríamos que retroceder. Las curvas son continuas, la
subida más fuerte y el firme entre lastras de piedra nos hace pensar en las
dificultades que nuestros labradores tienen que superar para conducir, en
especial, las cosechadoras durante la recolección. Llegamos al Mas de Blas, que
los jóvenes han rebautizado con el nombre de Mas de los Ladrones. La
antigua era para trillar estaba situada en la puerta delantera del edificio.
Algún
excursionista ha grabado en la roca, junto al Mas, una silueta de un caco con
su trabuco y su saco, simpática y agradable iniciativa.
Esta
zona es muy frecuentada por los ciclistas que quieren probar su destreza. La
bajada hacia Valmuel por el sendero marcado es bastante peligrosa, mejor para expertos.
Además del Club Ciclista de Samper, con asiduidad, nos cruzamos con grupos de
Híjar, de Alcañíz, de Andorra, de La Puebla de Híjar, etc.
La panorámica desde la era es excelente, pues no sólo se divisan las huertas de Valmuel y Puigmoreno, sino también la trasera de Motorland, la Sierra de Andorra y la chimenea de su Central Térmica, el Regallo, etc… hay que recorrer un tramo llano del sendero que continúa, pues el paraje y las vistas no defraudan, merecen una nota bastante alta.
La
continuación de esta senda se puede catalogar como para montañeros-senderistas
de cierto nivel; bajada por laderas fuertes y cortes abruptos hasta la parte
alta de la Huerta de Valmuel, el tramo es de hora y media; regresaríamos a
Samper por el camino que pasa por delante del Cabezo de la Pared. (No debemos
dejar en el olvido, pero… ¡para otra ocasión!). Ahora hay que disfrutar del
paisaje desde las alturas, sencillamente... ¡espectacular!
Regresamos
al Mas de Blas y continuaremos por el borde de la izquierda de un campo de
cultivo, hasta un rincón con un montoncito de piedras que inicia una senda
entre pinos, romeros, coscojos, sisallos y peñascos. Zigzagueamos por unos
impeltes casi abandonado hasta que a unos 150 m de recorrido, vemos incrustado
en la roca, como un pasadizo de piedras, es la entrada a la Cueva de los
Monos. (De niño cuando oía hablar de esa cueva, me parecía que allí se
criaban algunos chimpancés. ¡Qué imaginación!,… quizá producto de ver las
películas de Tarzán. Era el apodo de una familia del pueblo). Es bastante
grande con su hogar, pajera y cuadra. Servía como refugio para los labradores o
para los que iban a recoger las olivas. Las laderas rocosas de ambos lados están
pobladas de variada vegetación ya citada.
Seguimos bajando por un precioso paraje de rocas pintorescas, a ambos lados de los olivos, y después de un giro a la izquierda, tenemos que mirar el suelo, ya que al lado de la senda hay un montón de piedras que nos indica la subida hasta el Balsete de los Lobos. No hay ruta marcada, pero al llegar al collado nos vamos a encontrar bien con las “gúeras” o agüeras, bien remarcadas por la Sociedad de Cazadores, o bien con el propio Balsete, en un pequeño plano del collado. Igualmente, los Amigos de los Balsetes contribuimos en el acondicionamiento.
Balsete de los Lobos. Dada
su situación, los lobos que rondaban por estos lugares hasta principios de la
guerra civil, según cuentan, lanzaban sus... aaaauuuhh…. para que se oyeran
desde muy lejos. El balsete es pequeño, pero magnífico; dada su ubicación, creo
que sólo se podría utilizar por los pastores y cazadores. Está rodeado de
preciosos sabinillos, enebros, aliagas, coscojos y otros arbustos, también
romeros y tomillos. También mantiene su pila en el borde. Hay que detenerse y
aspirar los aromas montaraces durante algunos minutos, también conviene beber
un poco de agua, claro que de nuestra cantimplora.
Regresamos,
con precaución, al sendero, ahora camino poco transitado, que bordea los
bancales de olivar con ribazos de piedra, para enseguida enlazar con el
denominado Camino de la Pila Plana.
Tomamos
la izquierda y seguiremos, por terreno bastante llano, con algunas curvas,
hasta divisar el Corral de Ciacero (o de Sabina). Hay que desviarse,
pues es una visita obligada. Su estructura es idéntica al Corral del Vedao en
Val de Castellán, bóveda de cañón de piedra, paredes de 1 m de espesor y
cubierta de tierra. Son construcciones antiquísimas. Es triste comprobar que
cada año se deteriora más y más, actualmente ya sólo queda una tercera parte de
la hermosísima bóveda.
Durante
algunos años, la marcha cicloturista que organiza el Club Ciclista de Samper,
ha utilizado el Mas anexo para reponer fuerzas y estrechar lazos de
camaradería. Este edificio fue remozado hace algunas décadas de años por varias
familias que disfrutaban de la zona en temporadas de verano. Recuerdo a los
Lagunas-Marqués, Abadía Abós- Monzón, Clavero- Gracia, Gonzalo y esposa.
Volvemos al Camino de la Pila Plana que describiendo más
curvas cerradas, por terrenos de gran belleza, nos conducirá a la Cuesta del
Aljezar. Los agricultores de edad rememoran el paraje con poco grato
recuerdo, porque al pasar con sus carros cargados de mies o algunas veces con
grano, era obligado apretar las zapatas de los frenos y arrear a las mulas para
no volcar en los barranquízos que formaban las aguas en las tormentas. En la
actualidad, los tractores y el cuidado de los caminos por parte de la Sociedad
de Montes, permite transitar a los coches con mayor garantía.
Nos faltan
escasos 10 minutos para terminar el recorrido en el Balsete de Pataco (o
de los Cazadores), punto de partida.
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