martes, 3 de noviembre de 2015

ArtiCulo. ¿Se acuerdan ustedes? No hace tanto tiempo.

          ¿Se acuerdan del proyecto aquel de Gran Scala que iba a producir 75.000 puestos de trabajo en los Monegros y nuestros políticos aragoneses se lo creyeron y se apuntaron raudos a la fila para no perderse la orgía ludopático-putera de la que ya no se sabe nada?
          No se sabe nada porque aquellos empresarios no engañaban más que a los ingenuos o a los que se dejaban engañar, con la “pinta” de taimados que tenían, y en cuanto al capital de su empresa, era más bajo que el de un mileurista que está pagando hipoteca.

          Luego vinieron otros que decían que eran más serios y con “manteca”. Querían hacer un “paraíso fiscal”, no se sabe si en la irredenta Cataluña o en la mesetaria comunidad de Madrid, que las dos comunidades se la disputaban. Como no se ponían de acuerdo entre Madrid y Cataluña pues las iban a hacer en las dos comunidades por empresas diferentes. Más de 300.000 puestos de trabajo decían que producirían. Todos los que tenían muchas fincas a urbanizar se querían apuntar al “pelotazo”; en Madrid, por ejemplo, doña Esperanza Aguirre quería que fuera en sus terruños, como hizo con la estación del AVE de Guadalajara, pero el señor Rajoy dijo que nones; desde entonces que no se hablan.
          De momento los emprendedores americanos que querían dirigir el invento se pusieron a pedir financiación como si fueran industriales con patentes y tecnología (Que de cuartos parece que también iban ligeros). Pero, ¿Qué tecnología y que patentes se necesitan para montar un puticlub con casinos aunque sea gigantesco? Si está todo ya inventado.
          Si hubiera dinero aquí no haría falta que vinieran del extranjero empresarios sin empresas ni dineros; ¿tan tontos son nuestros emprendedores?
          Querían también los padrinos de la fiesta que allí hubiera excepción de las leyes laborales, que se modificara la ley del juego hecha para combatir la ludopatía, y podrían ir hasta los chicos. Que se hiciera la “vista gorda” a la explotación sexual y la trata; que se dejara fumar en los establecimientos, sobre todo cigarrillos americanos, después de lo que ha costado quitar este vicio de las tabernas, y que hubiera exenciones fiscales para los emprendedores privilegiados que allí invirtieran, que “ya pagaran contribución los del pueblo llano”. También supongo que, como en las Vegas, cualquier Crupier podría casar divorciados y pecadores sin amonestaciones ni preguntar el sexo que tienen, ni nada, etc. que es lo mejor que tienen las corporaciones de estas características: que pueden ser oasis liberales en medio de un desierto conservador.
          Como si fuera una película de Berlanga, pedían el dinero a los bancos para construir Euro Vegas  Madrid y Euro Vegas Catalunya ¡A nuestros bancos! Y que avalara el Estado ¡Nuestro pobre y exprimido Estado!
          Lo curioso es que esta “Sodoma y Gomorra” contaban con el entusiasmo de los políticos “de orden y respetables”. Seguramente no se acercarían por allí más que para las inauguraciones, pues esos sitios son de pecado mortal de necesidad y llevan a la condena eterna en las calderas de Pedro Botero.
          La crisis económica desbarató este disparate aunque algo se malgastó en encargos de proyectos y lifaras varias; ni tenían dinero los “trileros”, ni tenían ya dinero las Administraciones del Estado. Ya no se puede chupar más del bote y los bancos están que confían menos en la tropa de lo que la tropa confiamos en ellos.

          ¿Porque lo saco a relucir ahora que vienen las elecciones generales? Pues, porque cuando leo los programas electorales y oigo los mítines de la mayoría de los partidos me acuerdo de los cuentos de Gran Scala y las Euro Vegas. De los nuevos partidos o de los que no han tenido oportunidad de gobernar aún me los puedo creer, estrujo sus propuestas y algunas me suenan también fantasiosas, pero a lo mejor suena la flauta si son gente nueva y sobre todo espabilada. De los que se dejan engañar con el tocomocho y el timo de la estampita ya podríamos saber lo que pueden dar de sí.

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