¿Cómo no
íbamos a salir tan mal educados, tan viciosos, tan groseros o tan
chovinistas los que ahora peinamos canas, si de niños nos educaron
con cabezudos como el morico, el negro, el napoleón, la baturra u
otros personajes populares que nos encorrían
con la verga por la calle y a los que les reíamos, cantábamos
coplas o refranes poco virtuosos? A decir verdad, solo los gigantes,
tan serios, tan austeros y tan dignos y monárquicos, deberían
conservarse de la icono-grafía fiestera infantil.
La idea esa
de que los cuentos o juegos de la infancia conforman el carácter y
la ideología de los futuros adultos está muy arraigada en nuestra
sociedad (al menos en las élites culturales y educativas). Tiene su
tradición. La “superestructura ideológica”
de la clase dominante (o de los de arriba, que se dice en román
paladino), siempre intentó enajenar a la gente y nada mejor que
hacerlo desde la infancia que es donde se forma y modela la
personalidad del futuro adulto. O eso se creía. Porque luego vemos
que cada generación se diferencia de la anterior en ideas y valores
a pesar de haber sido educada con pautas y métodos precedentes. Es
decir, que los hijos e hijas de su padre y de su madre se pasan por
el “Arco del Triunfo” las enseñanzas y valores de sus padres; no
digamos ya la de la de sus abuelos.
El
Nacional-catolicismo que sufrimos algunos, nos intentó educar en la
disciplina integrista de la Iglesia Católica con los pobres
resultados que todos conocemos; los fundamentalistas
mahometanos quieren hacer lo mismo, con métodos brutales y muy
expeditivos; las futuras generaciones de esos países y sociedades
musulmanas serán anti-fundamentalistas.
“Es la ley del péndulo”; las leyes de la dialéctica, sea esta idealista o
materialista, son las únicas que siempre se cumplen.
Cuando era
pequeño y por fin proyectaron en Samper la película “Gilda” en
el “Cine de Espés”, me sacaron del local porque vinieron, no se
que autoridades, a sacarnos a los menores, pues era la película de
“3Rs y con reparo”. Cuando ya de mayor la vi en una reposición
en Zaragoza me defraudó, solo se quitaba los guantes, la tal Gilda.
¡Me dejaron frustrado para toda la vida por una tontada! Por cierto,
ahora la prohibirían por que se fumaba o le quitarán, empleando la
tecnología digital, los cigarros y el humo. Recuerdo que en las
“cintas de romanos”, las mujeres, cuando se quitaban la ropa,
llevaban sujetadores que no se llevaron hasta el siglo XX, y aún
ahora a ningún hombre se le ve el pene (no se si se habrán dado
cuenta), lo cual me parece bien porque así me evita el hacer
comparaciones.
El concejal
de Cultura de Zaragoza señor Rivarés, ha dicho que le ha hecho caso
a la opinión de asociaciones tan respetables como la Asociación de
Lucha Contra el Cáncer y otras de carácter cívico y sanitario. Así,
el nuevo cabezudo de la cigarrera, llevará el cigarro cuando esté
en el Ayuntamiento en exposición (que ya veremos), pero cuando
encorran a los zagales
no lo llevará; sin embargo, si otras asociaciones y una ciudadanía
mayoritaria opina lo contrario, pues, que se lo pensarán. Tampoco es
tan importante -ha dicho- y con razón ¡Como si tuvieran pocas
mandangas con las que lidiar o batirse en los plenos, el nuevo
gobierno municipal de Zaragoza, estando en minoría mayoritaria!
Seguramente
que “Oregón TV” le saca partido al tema.
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