viernes, 14 de febrero de 2014

Reseña: Fragmento de mi escrito sobre “Asociacionismo en Samper de Calanda” publicado hace unos meses, por el Centro de Estudios del Bajo Martín.

EL CENTRO SOCIAL CATÓLICO
          Es al comienzo de los años sesenta cuando se crea en Samper de Calanda una de las asociaciones impulsadas por la Iglesia que nos marcaría a varias generaciones de samperinos y agitaría la lánguida existencia del pueblo: El Centro Social Católico “Virgen del Pilar”, al calor de las iniciativas de centros sociales católicos denominados “Fomento de Cultura, Deporte y Recreo, FOCAR”.
          El evento fue impulsado por un sacerdote nuevo que vino al pueblo dispuesto a aplicar las nuevas ideas del Concilio Vaticano II, don Luis Sánchez Torrado o mosén Luis, pues “mosén” es el título que todavía  le dábamos por aquella época en Aragón a los curas. No era mosén Luis un cura progre a la manera de los que proliferaron por la Tierra Baja años después; era más bien reformista y de modales muy refinados, casi elitistas; provenía de la clase alta de los Madriles y no creo que llegara a comprender bien la sociología del pueblo, ni la mayoría del pueblo le comprendió a él, aunque algunos que han escrito sobre la historia de Samper, apuestan por lo contrario.
          Si el pueblo estaba dividido, se dividió todavía más, pero no sería justo decir que lo hizo siguiendo la pauta del antagonismo de derechas-izquierdas; mosén Luis pretendió eliminar las tradiciones devotas seudocristianas pero muy arraigadas entre la población; no quemó las imágenes como los rojos pero hizo desaparecer de la Iglesia la mayoría de ellas; tropezó como tantos otros curas o como les pasó a  los republicanos jacobinos, con la peculiar Semana Santa del pueblo; no podían entender qué demonios era esa locura de tocar el tambor. Si las procesiones ya le parecían un disparate preconciliar – a mosén Luis-, lo de tocar fuera de las procesiones era un anacronismo tercermundista. Esta tradición volvió a caer a la mínima expresión, solo mantenida por la cabezonería de algunos pocos irreductibles ante la presión ejercida por “el Largo”, que es como le llamaban algunos porque era delgado y alto de estatura.
          Su excesivo protagonismo reformista le enfrentó a una parte del pueblo que manifestaba su rechazo no yendo a las instalaciones del Centro y le criticaban por las tabernas y corros de chafardería: anticlericales de siempre e izquierdistas ortodoxos a más de tradicionalistas o adictos al Régimen; pero también agrupó con entusiasmo a mucha gente de ideales abiertos y a católicos piadosos (beatos, les llamábamos entonces),  que vieron en el nuevo cura un revulsivo y una oportunidad para iniciativas sociales, culturales e incluso de más calado.
          Decidió construir un gran edificio en donde antes estuvo ubicado el Castillo (destruido durante las guerras carlistas y que los paisanos llamaban “el Fuerte”.) Se inauguró la sociedad en el año 1962 con un nuevo y más moderno cine, aunque de películas pulcras según el esmero moralista de la Iglesia, o sea, para todos los públicos, o para casi todos, pues a un buen sector del público solo le gustaba las “cintas de tres erres” y a ser posible “con reparos”, según catalogaba la censura de la época; así que muchos cinéfilos seguían acudiendo al viejo cine tradicional donde se proyectaban las películas consideradas escandalosas como “Gilda”, de la que me quedé sin poder ver en mi tierna adolescencia porque el servicio de orden de la localidad tenía orden de despachar de la sala de proyección a los menores de edad. También tenía, el FOCAR, un bar y amplia terraza en un espacio urbano envidiable que echamos de menos quienes lo disfrutamos. Hoy abandonado y en ruinas.  Se llevaron a cabo iniciativas culturales, de Acción Católica, de teatro y otras.
          Personalmente le tenía antipatía a mosén Luis, por su aversión a nuestra Semana Santa, porque me parecía un pijo y porque no podía ver a los del Barça. Los domingos ponía los altavoces de la Parroquia a todo volumen con el himno del Real Madrid  y en una de las pocas televisiones de aquellos años, que estaba en la casa de la Acción Católica, no nos dejaba regocijarnos a los zagales barcelonistas cuando les metían gol a los del Real Madrid.
          Pero mi opinión hacia “el Largo” ha ido mejorando con el tiempo; creo que se metió en un barrizal portentoso en una época difícil, con el mucho poder que le daba la iglesia de aquellos años y la falta de pericia en la comprensión de la cultura autóctona. Las malas lenguas dicen que en la época de la Transición política se secularizó, se casó y se afilió al partido Comunista; esto último no me cuadra mucho, pero eso dicen amigos míos que lo conocieron por esa época en la capital de España.
          El “Centro” o “Focar”, que es como llamábamos a la sociedad, siguió teniendo protagonismo en el pueblo cuando se fue mosén Luis pero, poco a poco, fue entrando en una lenta decadencia hasta que se cerró. Hace uno o dos años se disolvió la sociedad, que ya estaba inactiva; se le había conmutado su deuda con la Sociedad de Montes y con algún profesional. Ahora dicen que tiene aluminosis que es una enfermedad del cemento que nos dejaron los tecnócratas del Franquismo. Creo que el Ayuntamiento se ha hecho cargo. Un poco tarde es y con la crisis, para renovarlo y activarlo. Pero sería bonito.
Ya que se piden ideas..., sería conveniente que se respetara la obra de "Ochoa" sobre la Semana Santa y si fuera posible que se construyera una nueva pasarela, aunque no me atrevo a pedir mucho tal y como están las cosas (el Ayuntamiento tiene ya un exceso de edificios e instalaciones). De momento, si se evitara su ruina y se creara un tanatorio-velatorio, ya estaría bien para empezar.

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