lunes, 5 de agosto de 2013

Un recorrido por la riada en el término de samper.

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Fotos, Juanjo Vernet Almolda.


Pues ya está escullada la pregunta;  “eshijar”, blog digital de la localidad vecina, a través del “morico” cabezudo de sus fiestas (ver enlace de "eshijar"), la ha sacado a la palestra.
Pero ¿cómo se evita que puedan ocurrir desgracias, desastres y quebrantos económicos en el cauce del rio Martín debido a imprevistos de la naturaleza?




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¿Imprevistos?, dicen los entendidos que una avenida de estas características se dan cada 500 años. Los datos creo que no son muy objetivos, pues son estimaciones inconcretas o confusas de lo ocurrido en las últimas décadas o centurias; centurias pasadas pero recientes, en las que se conocen noticias más o menos fiables de avalanchas en el rio. Además, los tiempos no son estables, sino de frecuencia irregular. Estas cosas de la naturaleza no se manifiestan de manera previsible y concreta, como los ciclos lunares y las estaciones del tiempo. Puede haber una cada dos mil años o dos en una semana.
Tampoco es el gobierno de turno o la Confederación Hidrográfica del Ebro quien decide cuando se dan. Ni es el Dios de los creyentes, en concreto, sino una entidad cósmica de naturaleza inferior –quien sabe si de la jerarquía diabólica, o sea, de Satanás-, quien decide que se produzcan, cuando y a saber por qué.
En otros tiempos se habría dicho que por culpa de nuestros pecados (del pueblo) o del mal gobierno del Rey, su Majestad. Hoy no se dan esas supersticiones, pero es curioso que cuanta más crisis haya, más catástrofes le acompañarán, como si formaran parte, la crisis y las “catatumbes”, de la misma naturaleza del mal, pues ambas se atraen y embelesan.
El año pasado ofrecí por este mismo blob -ver enlace de esa página de este mismo blog-, un paseo por los pozos de nuestro río donde íbamos a bañarnos los niños y niñas de mi generación, como el “Pozo Mariel” o el “Pozo Pireta”, y comentaba como no se parecía en nada a lo que yo recordaba que eran esos parajes, ahora totalmente invadidos por la jungla por donde discurre el rio. No es que no hubiera limpieza; es que se habían olvidado completamente de que existía el rio. No lo reconocía y se me hacía difícil el recrearle el paisaje de mi infancia a un forastero o a un niño.
La economía ha cambiado radicalmente; ahora no se limpian los cauces por las actividades pecuarias de los naturales de los pueblos ribereños o por la actividad ganadera, etc. Tampoco a la Administración Central o a la autonómica de Aragón le es rentable el limpiarlos. Por los años sesenta del pasado siglo, el Gobierno central nos quitó, al pueblo, con ocultación, alevosía y la complicidad del ayuntamiento de aquellos años, la ribera del rio, que paso de ser de propiedad comunitaria de los samperinos, al ICONA o como se llamará entonces. Tampoco se puede aventurar que eso haya sido peor o mejor para el pueblo; al principio parece que fue mejor, pues el Estado llevó a cabo una política de mantenimiento de la ribera, quizás con fines especulativos, pero la llevo. Desde hace unos años: abandono total.
Con los recortes de las administraciones públicas, es impensable que se vaya a mejor. No van por ahí, las preferencias de financiación de Sus Señorías. Dicen que la avalancha ha sido de 158 m3/s y alguno se pregunta qué habría sido si se hubieran dado 600 m3/s como la que se dio en 1945.
Según las estadísticas tenemos 500 años de tranquilidad hasta que se dé otra riada de estas características, pero cuidado: al barranco de Bielsa, donde estaba instalado un camping, le faltaban 300 años para que se diera una avalancha, y se adelantó. Satanás es un cabrón, como ya le llamaban los antiguos.







































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