Serian los años a principio
de los 80 del siglo pasado; la organización de extrema derecha, “Fuerza Nueva”,
realizaba todos los años un acto de exaltación del fascismo en el pueblo viejo
de Belchite. Incitado por la curiosidad, un año me acerqué a ver de qué iba
toda aquella parafernalia pues me habían dicho que era de una estética muy
peculiar, y así como algunos acuden al pueblo viejo de Belchite a recrearse con
sus ruinas o con la mística de sus batallas, incluidas las sicofonías
fantasmales de los combates o por ver si por allí aterrizan ovnis de
extraterrestres, yo me fui a presenciar un acto más concreto y material aunque
también anormal, como eran las paradas cívico militares de la extrema derecha
española.
Fue el año que en las
vísperas del acto de exaltación un legionario veterano que hacía guardia ante
la pilastra de los caídos nacionales, que está o estaba en el pueblo viejo,
cayó fulminado de un ataque al corazón;
en plena guardia y en acto de servicio. Le hicieron un homenaje rimbombante,
como no podía ser de otra manera.
Había mucha gente; de la
comarca y de toda España. También algunos paisanos de Samper con uniforme y correajes
que seguramente se preguntarían que hacía yo allí, aunque no me lo preguntaron;
pensarían que simpatizaba con Fuerza Nueva. Tenía buenas relaciones con ellos
pero no conocían mis ideas políticas pues era yo mucho más joven que ellos.
El acto más relevante fue la
intervención del líder Blas Piñar; apareció con gran parafernalia, escoltado
por dos filas de espectaculares chicas vestidas con uniforme de Fuerza Nueva, a
la forma de lo que vemos en los documentales de Hiler, que Blas Piñar intentaba
imitar en las formas y los ademanes.
Comenzó a pedir sin rubor la
necesidad de un golpe de estado y a lanzar cíticas contra los políticos más
relevantes de entonces; empezando por Santiago Carrillo, siguiendo por Felipe
González y Alfonso Guerra; por Adolfo Suarez y otros líderes de UCD (también a
don Hipólito injurió), y lo más curioso para mí, es que conforme bajaba en la
escala hacia la derecha política, más lanzaba por su boca sapos y culebras, y
al que dirigió más improperios y casi la mitad de su discurso fue para Fraga
Iribarne. Además, cada vez que citaba su nombre el auditorio bramaba enardecido
contra don Manuel.
Hasta ese día había
pensado que don Manuel Fraga Iribarne y la Alianza Popular, conciliaban con
fuerza Nueva. Después de ese día estuve convencido que si triunfaba un golpe
de estado al primero al que habrían fusilado, y con saña, sería a Don
Manuel Fraga Iribarne.
¡Qué injusta es la política!
Que en paz descanse.
SE FUE Y NO PIDIO PERDON
ResponderEliminarSe fue justo cuando se le iba a juzgar en Argentina, cuanto sabía don Manuel.
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