sábado, 18 de junio de 2022

Artículo. El curso superior en la escuela primaria durante la etapa de la Restauración Borbónica.

                En el año 1927 se publicó una enciclopedia para la escuela primaria. Se trataba del llamado curso superior. Era el 4º, el último de una serie, pues le precedían el 1º o preparatorio; el 2º o elemental, y el 3º o medio. Cada curso se daba durante dos años. Dudo mucho que este cuarto curso superior se impartiera en las escuelas graduadas de niños o niñas de forma general, seguramente solo lo estudiaban quienes iban a ingresar en bachillerato.

          Cayó en mis manos por casualidad pues a un tío mío mal preparado en la escuela primaria se lo recomendó un maestro de los de antes de la guerra para hacer un repaso escolar ya de adulto y me lo regaló porque estaba convencido de que me gustaría. La verdad es que me fascinó; durante muchos años lo leí y releí de continuo; tenía las lecciones de matemáticas, algebra y geometría, lecciones que apenas leí más que de “refilón”, pues no son las matemáticas algo que me guste, seguramente porque soy totalmente negado para ellas y salvo las cuatro reglas, nunca entendí muy bien para que pudieran servir algo tan abstracto. Lo que si me gustaba era un apartado de los pesos y medidas antiguas de todas las provincias españolas o regiones con sus equivalencias al sistema métrico decimal.

          Contaba la Historia de España (Nacional, que decían entonces), como nunca la había leído y por si fuera poca historia tenía otra lección de Historia Universal, que yo ignoraba que pudiera existir una historia fuera de la española; eso lo he entendido después, ya de adulto, y este libro me ayudo a comprender algo tan básico y elemental como el que hay vida después de nuestra nación española. También enseñaba una que llamaban “Derecho Usual”, muy ilustrativa para mí en aquel entonces donde entre otras cosas veías los pocos derechos que tenían las mujeres respecto de los hombres, y con alguna mención sobre derechos consuetudinarios de cuando éramos tribus celtíberas o comunidades medievales (que seguimos siendo bastante todavía), Ciencias naturales bien explicadas y buenas lecturas, y mucho de física y química, algo también novedoso para mí.

          Geografía y Gramática, secciones que me aburrían en la escuela graduada ordinaria de cuando iba a estudiar (por decir algo), en mi infancia escolar en el pueblo, pero, al contrario de lo que me pasó con las matemáticas, me empezaron a caer bien a partir de que las repasé en esta gran enciclopedia.

           Una sección muy importante era la de Agricultura, Industria y Comercio. La primera se dividía en el sector Pesquero: fluvial de altura o bajura; Agricultora y ganadería: con explicaciones atractivas sobre estas actividades, aperos de labranza, razas de todas clases: ovino, caprino, vacuno de leche, carne y demás; cerdos, animales de tiro caballar, mular y asnal.

         Todas las industrias: la pesada metalúrgica, la química, la extractora, forestal o minera; la agropecuaria: vinos y licores; salazones, carnecería, panadería y confitería; vinos, licores, miel y mermeladas, conservas de carne y pescado… La manufacturada en todas sus ramas; construcción y cerámica, metalúrgica del hierro, calderería, fundición,  textil y confección; piel y marroquinería; de precisión como joyería o relojería. Carpintería en sus diferentes oficios: silleros, carpinteros, ebanistas, modelistas, carreteros, carpinteros de Baviera (barcos y barcas fluviales), coches de posta, etc., o la fabricación de velas, cirios, lámparas o candiles.

         Las nuevas actividades como la electricidad, el telégrafo, el teléfono, el cinematógrafo, la radio,  en fin, una gozada.

          Luego estaba el sector terciario como el comercio al por mayor y al por menor, el trasporte y demás donde se incluía el ferrocarril, el automóvil, los tranvías y autocar. La banca. Por último, había un apartado de lo que podrían ser funcionarios y clases pasivas; correos, telégrafos y comunicaciones; hasta las fuerzas armadas en las que se explicaban con todo detalle las diferentes armas y cuerpos.

          Al final había unas lecciones sobre Nociones de Moral, lo que quiere decir que ya se ideologizaba en aquel entonces. Bueno, yo creo que gobierne quien gobierne siempre se ideología al alumnado que para eso se creó la enseñanza universal para niños, primero por la Reforma protestante (por eso nos llevan ventaja), luego por los jesuitas y otras órdenes de la Iglesia Católica, luego por los regeneracionistas demócratas y más tarde por la socialdemocracia y los comunistas, o los nacionalistas de distinto signo y dogma, lo que pasa es que quienes son partidarios de la moral o ideología que se imparte creen que esto no es ideologizar si no enseñar la verdad, pero esto es otro tema que apenas viene a cuento aunque no me resigno a señalarlo.

          Por la época que se editó el libro, el conservadurismo del gobierno de la Restauración se aprecia en la redacción del libro, mucho más progresista, a pesar de todo, que la de la época del Franquismo. Me parece que también empieza a apreciarse la influencia de la Institución Libre de Enseñanza, por ejemplo en los temas de ciencias naturales; sus lecturas a favor de la reforestación a la que invitan a participar a los alumnos, algo que sería habitual en los colegios durante los años veinte y sobre todo treinta  del siglo pasado; la instrucción sobre gimnasia, sobre la importancia para la salud de utilizar los abonos naturales en la agricultura, la ganadería extensiva a la que ya se le daba más importancia que a nuevas formas de nutrición; sobre la alimentación natural de las personas, sobre el tiempo y el clima; aunque no se habla todavía del desarrollo sostenible ni el cambio climático. Sobre el amor a la naturaleza, a los animales y en contra de la depredación de las especies que adelantaba ya a “Rodríguez de la Fuente”…, me parecen que salvando las distancias y obviando el catastrofismo actual, parecerían muy de ahora.

          Había una lectura que me llamaba la atención; dividía a los países en tres categorías, 1º- “los ilustrados” que había muy pocos como los nórdicos y no muchos más, en los que no existía el analfabetismo; 2º- “los civilizados” en los que había una burguesía avanzada y una importante industria y comercio (daba a entender que España no estaba en los primeros puestos precisamente) y 3º- “los bárbaros”, donde se incluía a la mayoría de los países sobre todo de África y Asia. Se notaba cierta justificación del colonialismo como factor de desarrollo de las naciones retrasadas, muy propia de las naciones burguesas e ilustradas de la época, fueran progresistas o conservadoras. Hoy ese concepto escandaliza, sobre todo a los progresistas.

          Luego había una referencia que considero muy actual también: ¿hay mucho empleado público en un país determinado, o poco, o insuficiente? ¿Cómo saberlo? Pues no había una regla única o estricta, todo estaba en referencia a si era muy desarrollado o poco; si tenía un sector primario obsoleto o dinámico; si tenía mucha, poca o nada de industria, o un comercio expansivo o no. En razón a estos hechos, tener muchos funcionarios o trabajadores públicos estaría justificado; solía pasar que hay países con pocos trabajadores públicos, pero aún son muchos con relación a lo pobre de su economía y otros que están plenamente justificados. Hoy con el llamado “Estado del Bienestar”, que incluye el desarrollo de las infraestructuras, de los institutos de seguridad y defensa, del sistema sanitario, de la Seguridad Social para todo el mundo y de la enseñanza universal, decir que hay mucho empleado público o funcionariado creo que es tirarnos piedras a nuestro tejado. Pero es una opinión; sé que hay muchas personas ilustradas que no comparte mis opiniones.

          Adjunto escala de trabajadores y trabajadoras del Estado en los diferentes países ilustrados; en todo caso todos funcionan bien; unos mejor que otros, pero bien. Donde no hay Estado (y cada vez hay menos “Estado” en las naciones del Tercer mundo). Allí solo hay miseria y burocracia de la de verdad, aunque haya poco funcionario.

          Todo ello en un solo libro pequeño de 968 páginas; hoy haría falta un carretillo para que un alumno pudiera trasladar su contenido hasta el colegio.



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