Cayó en mis manos por casualidad pues
a un tío mío mal preparado en la escuela primaria se lo recomendó un maestro de
los de antes de la guerra para hacer un repaso escolar ya de adulto y me lo
regaló porque estaba convencido de que me gustaría. La verdad es que me fascinó;
durante muchos años lo leí y releí de continuo; tenía las lecciones de
matemáticas, algebra y geometría, lecciones que apenas leí más que de “refilón”,
pues no son las matemáticas algo que me guste, seguramente porque soy
totalmente negado para ellas y salvo las cuatro reglas, nunca entendí muy bien
para que pudieran servir algo tan abstracto. Lo que si me gustaba era un
apartado de los pesos y medidas antiguas de todas las provincias españolas o
regiones con sus equivalencias al sistema métrico decimal.
Contaba la Historia de España (Nacional,
que decían entonces), como nunca la había leído y por si fuera poca historia tenía
otra lección de Historia Universal, que yo ignoraba que pudiera existir una
historia fuera de la española; eso lo he entendido después, ya de adulto, y
este libro me ayudo a comprender algo tan básico y elemental como el que hay
vida después de nuestra nación española. También enseñaba una que llamaban “Derecho
Usual”, muy ilustrativa para mí en aquel entonces donde entre otras cosas veías
los pocos derechos que tenían las mujeres respecto de los hombres, y con alguna
mención sobre derechos consuetudinarios de cuando éramos tribus celtíberas o comunidades
medievales (que seguimos siendo bastante todavía), Ciencias naturales bien
explicadas y buenas lecturas, y mucho de física y química, algo también
novedoso para mí.
Geografía y Gramática, secciones que
me aburrían en la escuela graduada ordinaria de cuando iba a estudiar (por
decir algo), en mi infancia escolar en el pueblo, pero, al contrario de lo que
me pasó con las matemáticas, me empezaron a caer bien a partir de que las repasé
en esta gran enciclopedia.
Una sección muy importante era la de
Agricultura, Industria y Comercio. La primera se dividía en el sector Pesquero:
fluvial de altura o bajura; Agricultora y ganadería: con explicaciones atractivas
sobre estas actividades, aperos de labranza, razas de todas clases: ovino,
caprino, vacuno de leche, carne y demás; cerdos, animales de tiro caballar,
mular y asnal.
Todas las industrias: la pesada metalúrgica,
la química, la extractora, forestal o minera; la agropecuaria: vinos y licores;
salazones, carnecería, panadería y confitería; vinos, licores, miel y
mermeladas, conservas de carne y pescado… La manufacturada en todas sus ramas;
construcción y cerámica, metalúrgica del hierro, calderería, fundición, textil y confección; piel y marroquinería; de
precisión como joyería o relojería. Carpintería en sus diferentes oficios:
silleros, carpinteros, ebanistas, modelistas, carreteros, carpinteros de Baviera
(barcos y barcas fluviales), coches de posta, etc., o la fabricación de velas,
cirios, lámparas o candiles.
Las nuevas actividades como la
electricidad, el telégrafo, el teléfono, el cinematógrafo, la radio, en fin, una gozada.
Luego estaba el sector terciario como
el comercio al por mayor y al por menor, el trasporte y demás donde se incluía
el ferrocarril, el automóvil, los tranvías y autocar. La banca. Por último,
había un apartado de lo que podrían ser funcionarios y clases pasivas; correos,
telégrafos y comunicaciones; hasta las fuerzas armadas en las que se explicaban
con todo detalle las diferentes armas y cuerpos.
Al final había unas lecciones sobre
Nociones de Moral, lo que quiere decir que ya se ideologizaba en aquel
entonces. Bueno, yo creo que gobierne quien gobierne siempre se ideología al
alumnado que para eso se creó la enseñanza universal para niños, primero por la
Reforma protestante (por eso nos llevan ventaja), luego por los jesuitas y
otras órdenes de la Iglesia Católica, luego por los regeneracionistas demócratas
y más tarde por la socialdemocracia y los comunistas, o los nacionalistas de
distinto signo y dogma, lo que pasa es que quienes son partidarios de la moral
o ideología que se imparte creen que esto no es ideologizar si no enseñar la
verdad, pero esto es otro tema que apenas viene a cuento aunque no me resigno a
señalarlo.
Por la época que se editó el libro,
el conservadurismo del gobierno de la Restauración se aprecia en la redacción
del libro, mucho más progresista, a pesar de todo, que la de la época del
Franquismo. Me parece que también empieza a apreciarse la influencia de la
Institución Libre de Enseñanza, por ejemplo en los temas de ciencias naturales;
sus lecturas a favor de la reforestación a la que invitan a participar a los
alumnos, algo que sería habitual en los colegios durante los años veinte y
sobre todo treinta del siglo pasado; la
instrucción sobre gimnasia, sobre la importancia para la salud de utilizar los
abonos naturales en la agricultura, la ganadería extensiva a la que ya se le
daba más importancia que a nuevas formas de nutrición; sobre la alimentación natural
de las personas, sobre el tiempo y el clima; aunque no se habla todavía del
desarrollo sostenible ni el cambio climático. Sobre el amor a la naturaleza, a
los animales y en contra de la depredación de las especies que adelantaba ya a
“Rodríguez de la Fuente”…, me parecen que salvando las distancias y
obviando el catastrofismo actual, parecerían muy de ahora.
Había una lectura que me llamaba la
atención; dividía a los países en tres categorías, 1º- “los ilustrados” que
había muy pocos como los nórdicos y no muchos más, en los que no existía el
analfabetismo; 2º- “los civilizados” en los que había una burguesía
avanzada y una importante industria y comercio (daba a entender que España no
estaba en los primeros puestos precisamente) y 3º- “los bárbaros”, donde
se incluía a la mayoría de los países sobre todo de África y Asia. Se notaba
cierta justificación del colonialismo como factor de desarrollo de las naciones
retrasadas, muy propia de las naciones burguesas e ilustradas de la época, fueran
progresistas o conservadoras. Hoy ese concepto escandaliza, sobre todo a los
progresistas.
Luego había una referencia que
considero muy actual también: ¿hay mucho empleado público en un país
determinado, o poco, o insuficiente? ¿Cómo saberlo? Pues no había una regla
única o estricta, todo estaba en referencia a si era muy desarrollado o poco; si
tenía un sector primario obsoleto o dinámico; si tenía mucha, poca o nada de
industria, o un comercio expansivo o no. En razón a estos hechos, tener muchos
funcionarios o trabajadores públicos estaría justificado; solía pasar que hay países
con pocos trabajadores públicos, pero aún son muchos con relación a lo pobre de
su economía y otros que están plenamente justificados. Hoy con el llamado “Estado
del Bienestar”, que incluye el desarrollo de las infraestructuras, de los
institutos de seguridad y defensa, del sistema sanitario, de la Seguridad Social
para todo el mundo y de la enseñanza universal, decir que hay mucho empleado
público o funcionariado creo que es tirarnos piedras a nuestro tejado. Pero es
una opinión; sé que hay muchas personas ilustradas que no comparte mis
opiniones.
Adjunto escala de trabajadores y
trabajadoras del Estado en los diferentes países ilustrados; en todo caso todos
funcionan bien; unos mejor que otros, pero bien. Donde no hay Estado (y cada
vez hay menos “Estado” en las naciones del Tercer mundo). Allí solo hay
miseria y burocracia de la de verdad, aunque haya poco funcionario.
Todo ello en un solo libro pequeño de
968 páginas; hoy haría falta un carretillo para que un alumno pudiera trasladar
su contenido hasta el colegio.
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