sábado, 8 de junio de 2019

Charrada. La maté porque era mía.


Ocurrió en Italia según cuenta IL CORRIERE DELLA SERA; la fiscalía pidió 30 años de prisión a un hombre que mató a su mujer y el resultado en el juzgado de Génova la deja en 16 (que con los recortes se quedarán en cinco). Por los atenuantes. Observen esos atenuantes que explica la sentencia: el hombre "había actuado con una mezcla de ira y desesperación, por una profunda decepción y resentimiento" puesto que su pareja le había "engañado y desilusionado".

La apuñaló solo 24 veces. Poco me parece a mí para tan alta traición. Al amante de la mala mujer, que supongo que sería hombre, debería haberlo matado también por contribuir a la felonía, ¿habrá intentado el ofendido, agredirle también o batirse en duelo como hacían los románticos? ¿Si hubiera matado al adúltero amante, habría tenido atenuante por haberlo asesinado? pues “le había puesto los cuernos” que es el delito más grave que existe.
El duelo está prohibido actualmente, pero era un medio de conciliación entre partes, aunque a veces salía el ofendido peor parado (y moría el ofendido que ya es mala pata, aunque con honor) y por eso quitaron los duelos, que ya no hay honor.
En este caso que nos ocupa, es posible que conociendo a los italianos (y a las italianas), al amante le hagan un homenaje y al cornudo una película de risa para aumentar todavía más su desesperación y pena. Peor que la cárcel es eso.
Hay hombres engañados y decepcionados, arrastrados por una mezcla de ira y desesperación, por una profunda decepción y resentimiento, que, a pesar de ser ellos también adúlteros reincidentes como gran parte de los varones (puteros, sobre todo), son capaces de matar por infiel a su mujer y perdonar al amante, o no batirse en duelo como los hombres de verdad, y “el que más pueda que se la lleve” (no la mujer, sino el honor perdido).
Se están perdiendo los valores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario