
Un amigo me dejó hace poco esta
fotografía que no tiene desperdicio. Yo no
fui nunca monaguillo y ese trauma lo
arrastre durante muchos años; entre
otras cosas me
impidió, durante la infancia, el pertenecer al equipo de
fútbol de los monaguillos (del equipo del Frente de Juventudes, tampoco lo
fui),
beber vino de las vinajeras y comer pichones, amen de
bandear campanas, relacionarme mejor con las chicas, ser bien visto por el maestro y saber latín, que siempre se ha dicho que los que han sido monaguillos se han criado más listos y con más
picardías.
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