domingo, 18 de junio de 2017

ArtiCulo. Una nueva/vieja tribu urbana: los pollaviejas.

          Ha surgido un nuevo término posmoderno para designar a una nueva tribu urbana: los "pollaviejas" (en Aragón deberíamos decir “pichaviejas” por aquello de la cuestión identitaria). Yo ya me venía percatado, pues desde hace unos años que venía barruntado algo así. Yo mismo soy un poco “pollavieja” aunque no reúno todas las características que se consideran necesarias para ser un auténtico “pollavieja”; sin embargo, ya voy hablando solo por la calle, por ejemplo, y me quejo de los jóvenes de ahora porque “son unos mal educados, consentidos y no tienen espíritu de sacrificio ni ganas de trabajar”; todo un síntoma de pertenecer a esta tribu.

         
Los “pollaviejas” infravaloramos a la juventud actual (como la generación de nuestros padres infravaloraba a la nuestra), y creemos que levantamos la economía de este país porque éramos la hostia de trabajadores y creativos, cuando en realidad lo que nos ocurrió es que nos encontramos con un contexto favorable de expansión económica como nunca se dio en toda la historia de España. Muchos “pollaviejas” son funcionarios o han tenido un trabajo bien renumerado y fijo en una empresa media o grande estable, tanto si eran profesionales o trabajadores no cualificados; Otros fueron autónomos o pequeños patronos en una época donde hasta se podía despreciar al cliente y sus pedidos y demandas. Había trabajo y se ganaba dinero. Se pensaba que eso estaba consolidado y formaba parte de un sistema económico que no iba a variar salvo con pequeñas fluctuaciones.
          Los “pollasviejas” tenemos buenas pensiones porque cuando vino la crisis nuestras empresas llegaron a buenos acuerdos entre los llamados “agentes sociales “de las Administraciones Públicas, sindicatos y empresarios (Telefónica, Banca, Endesa,
Un pollavieja puro
Administración y grandes empresas de la industria del automóvil, siderometalúrgica, servicios, etc.…) acuerdos que propinaron buenas pensiónes o están próximo a tenerlas.
          De todo esto se han quedado marginados la mayoría de los autónomos y patronos de microempresas, que han tenido que cerrar de malas maneras o que no estaban organizados ni sindicados; no predecían una situación de crisis como la que venido y no tomaron las debidas precauciones de ahorro o cotización para pensión, también casi todos los trabajadores por cuenta ajena de las pequeñas empresas que se han tenido que prejubilar perdiendo mucha pensión al no haber cotizado los últimos años y jubilarse anticipadamente sin apenas, o nada, de indemnización, a pesar de haber trabajado largos años como los demás. A estos últimos no se les llama” pollaviejas”; tienen otro nombre que no me acuerdo yo ahora. Forman otra tribu urbana que es ya más grande que la anterior, pero da menos guerra y no se deja notar, aunque pueda parecer paradójico.
         Algunos “pollaviejas” somos keynesianos, o sea, socialdemócratas o eurocomunistas; que de anarquistas y revolucionarios del 68, nos hemos pasado a reverenciar al Estado opresor; pero muchos son liberales; incluso ultra-liberales en economía y anti-Estado, aunque si rascas un poco te das cuenta que trabajan o han trabajado en la función pública, en empresas privadas pero subsidiarias del Estado, con subvenciones directas o indirectas, como casi todas las de los medios de comunicación, o bien son oligopolios, empresas mixtas o franquicias del Estado, concertadas, apañadas con las Administraciones Públicas, etc., que como todo el mundo sabe operan en el mercado libre.
Algunos nunca han estado en el mercado laboral

          Los “pollaviejas” se incorporaron al mercado laboral en una etapa de bonanza económica. Encontraron trabajo fácilmente porque España pasaba de ser un país semi-feudal a uno industrializado. Ellos la levantaron y cobran pensión. Los jóvenes de hoy en día no pueden levantar España porque los propios “pollaviejas” la hemos desmontado, desvalijado y deslocalizado a China, a Suiza, Panamá, a Marruecos, Arabia y países del Golfo y otros para adquirir productos muy baratos, aunque sin garantía de sanidad ni de calidad. “Barato-barato”, pero no hay trabajo ni podemos competir con quien trabaja por menos sueldo que nosotros. Siempre con menos sueldo y menos gasto añadido. La mitad tienen claro que son de izquierdas o de derechas, pero la otra mitad dicen que no son de izquierdas ni de derechas, son apolíticos, o sea, de derechas; pero no lo dicen porque en nuestra generación ser de derechas estaba mal visto y era vergonzante.
                                   Las generaciónes mal criadas que quieren cambiar el mundo...
          No entienden a los jóvenes, a los que llaman “generación X”, “Perdida”, “milénicos”, “generación Y” (los más jóvenes) o algo así. La mayoría de los jóvenes actuales dicen no ser de derechas ni de izquierda, pero son de izquierdas; no lo dicen porque entre los jóvenes de hoy en día ser de izquierdas está cada vez más mal visto; es vergonzante, o vergonzoso, como en la generación de sus padres el ser de derechas.

          Los pollaviejas, sean de centro, de derecha, de izquierda o apolíticos (parece que los jóvenes no identifican estas etiquetas), no los entendemos. Es normal; es otro mundo, otra cultura generacional y otros intereses. Dicen que son nuestros retoños, pero en realidad son los extraterrestres que ya están aquí.

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