miércoles, 22 de octubre de 2014

ArtiCulo. El gran volumen de faltas detectado en ESO obliga a cambiar la enseñanza de las normas.



En todas las comunidades autónomas de España, se quejan los profesores del problema de las faltas de ortografía; yo los entiendo -a los alumnos, no a los profesores-. Desde que me licencié en primaria, no he dejado de aprender filosofía parda, ciencias de la desinformación, ciencias politiqueras, pseudomedicina, parafarmacia e incluso ciencias exactas, que salvo estas últimas (que ni sé ni me gustan), no me parecen ciencias, porque,  si no son exactas, ¿cómo van a ser ciencias? Pero de ortografía sigo siendo un inútil; no se me mete en el tozuelo que se escriba “H”, si no se pronuncia; o la diferencia entre la “V” y la “B”, aunque les debe pasar lo mismo a quienes no saben diferenciar la “S” de la “Z”, o la “LL” de la “Y” (cada vez más común), o dicen “SHO” por “YO”, como algunos argentinos o el cantante “Raphael”.

Y las mayúsculas ¡Si se pronuncian igual! ¿Por qué se escriben más gordas? Pues porque si no nos atuviéramos a las reglas y al orden establecido, la unidad del español se iría al carajo o carallo (es lo mismo colgajo que colgallo, al menos en Samper), pero me imagino que a los intelectuales sudamericanos de izquierda como garsia marques y a los que no les importa la unidad de España como los separatistas, les da igual marques que marqués.
Lo de los acentos, entonces, son necesarios; pero a mí como aragonés que me cuesta pronunciar las esdrujulas, igual le da jaro que pajaro, la cuestión está en poder caza-lo y come-lo, que decía un amigo mío de cuando la mili.
Sin embargo, si escribiéramos como hablamos, hasta en una familia por ejemplo, tendríamos varios idiomas, pues muchas veces hablamos diferente unos de otros; el problema es la unidad de la lengua y de la familia, la actual y la histórica; otro ejemplo; l@s joven@s que lean/en la “Celestina” o a Quevedo en “La vida del Buscón”, se van a hacer un lio. Me lo hice yo, que busqué una edición adaptada a la modernidad para entenderlo. Pero no es lo mismo, no le saqué enjundia, la sustancia que hay que sacarle. Quevedo escribía muy raro, más que Cervantes, que ya escribía raro y necesitas leer el Quijote cinco o seis veces para entenderlo, cosa que muy pocos hacen. Yo aún voy por la mitad de la primera vez y me paré cuando don Quijote se iba a Cataluña.
Ahora tengo un gran  problema para entender lo que escriben los/as joven@s, pero peor escribía el que redactó el mío Cid, que ese sí que escribía mal, y sin embargo se le entiende todo. Así que paciencia.
Los chicos/as del futuro venidero, tendr@n un gran problema para estudiar idiomas, salvo el chino, que lo hablan de cien maneras y muy diferentes unos de otros, sin embargo lo escriben todos igual, con cuatro garabatos –cada vez menos- como los grafitos esos que pintan los desgarramantas por las paredes. Todos los idiomas latinos podrían escribirse igual y no habría problemas de “inmersión lingüística”. Salvo con los vascos y los romanies, aunque esos no son latinos. Luego que cada cual hable como le dé la gana. Si no, el chino será el idioma del futuro.

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